24. Lucerys

5K 661 99
                                    

El maestre Gerardys escribía los nombres de los siete reinos y de sus respectivas casas en esa pizarra de madera que trajeron de la bóveda de DragonStone, suponía que el pequeño Lucerys le seguía en su cuaderno. Si se le había informado sobre el peculiar interés del segundo hijo de la heredera al trono, lo motivado que lucía en sus lecciones con el maestre Marel. Mas, ignoraron comentarle que el pequeño Lucerys usualmente era acompañado por el príncipe Aemond y que su presencia era la razón de su empeño por destacar -por querer mostrarle que podía ser un gran estudiante como él.

El príncipe Aemond era su inspiración, ahora el pequeño Lucerys se hallaba perdido.

No repasaba los nombres de los sietes reinos y sus casas, sino se adentraban en las hojas de los antiguos libros. Se atrevió a coger uno aprovechando que el maestre Gerardys estaba de espaldas, se detuvo en los capítulos que narraban sobre las tradiciones de Valyria. Su madre cumplió con cada una de ellas cuando se unió en matrimonio con el príncipe Daemon; usó la hoja de vidriagón para cortar la palma de su mano y el labio inferior, marcó la frente del príncipe Daemon con su sangre y pactaron su alianza con un beso bajo los versos en alto Valyrio de un septo que predicaba para los dioses antiguos.

Su corazoncito hubiera amado que su compromiso tuviera la suerte de su madre, que el príncipe Aemond mezclara su sangre con la suya y le juraran a los dioses antiguos ser "una sola carne, un solo corazón, una sola alma, ahora y para siempre". Lo había ansiado tantas veces desde que se enteró que le fue prometido al príncipe Aemond, que quizás fue su culpa de haber irritado a los dioses antiguos con su insistencia, el pequeño Lucerys suspiró con pesadez.

Sus ojitos verdes no brillaban por esa alegría que acostumbraba, se tornaron en dos luceritos que reflejaban la tristeza de su corazón. Su mundo se ensombreció, había perdido a su padre Laenor y al príncipe Aemond -de sus personas favoritas. Se sentía tan desprotegido, caminaba por los pasajes de la fortaleza con miedo y rechazaba a las doncellas, guardias y sirvientes que se le acercaban. Temía volver a encariñarse y ser abandonado.

Su padre lo hizo, el príncipe Aemond también.

Fueron muchas las noches que se preguntaba las razones del príncipe Aemond para rechazarlo, o el por qué los dioses decidieron llevarse a su padre Laenor. No se consideraba un mal niño, obedecía a su madre Rhaenyra y a su hermano mayor Jacaerys. Se comía los vegetales, rezaba por las mañanas, imitaba correctamente a sus instructores de combate, terminaba sus lecciones de historia, se iba a la cama temprano y deseaba que su familia fuera feliz.

No podía ser malo, pero tal vez no suficiente.

El pequeño Lucerys pasó las hojas, se topó con la historia de la casa Targaryen. Miró con curiosidad las ilustraciones de cada antepasado de su línea de sangre, la mayoría de ellos se caracterizaban por sus cabellos largos, lacios y plateados, sus ojos violetas y su piel, lechosa. Los deditos del pequeño Lucerys rozaron cada ilustración, él no lucía como un verdadero Targaryen. Tenía el cabello rizado y castaño, los ojitos verdosos, sus mejillas sonrojadas resaltaba su palidez. No podía identificarse con alguna ilustración, decirle al maestre Gerardys que se parecía a su tatarabuelo. Su corazoncito le pesó, porque tal vez esa era de una de las razones por las que Aemond lo rechazó.

No podía quedarse con un Targaryen que no lucía como uno.

Por primera vez, el pequeño Lucerys sintió que el dragón con tres cabezas bordado en su pecho no le pertenecía. Sus ojitos verdosos se cristalizaron, no podía reconocerse. Su mente le recordó las duras miradas de los señores de La Corte que le lanzaban, los murmullos que hacían cuando paseaban con sus hermanos portando el estandarte de la casa Targaryen. Ahora los podía comprender, se quejaban de que la supuesta semilla del dragón no perdurara el hito de Los Targaryen en su apariencia ni en su presentación.

LEGÍTIMO DERECHO [LUCEMOND]Where stories live. Discover now