Especial [La reina que nunca fue]

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La princesa Rhaenys tomó aire, lo soltó con lentitud y cerró los ojos. El viento hacía que sus largos cabellos danzaran junto con su velo negro, que sus rezos viajaran hasta el corazón del mar ansioso que azotaba los peldaños de Driftmark y que nuevamente se llevaría a uno de los suyos. El corazón de la princesa Rhaenys estaba destrozado, nunca imaginó ser una madre que enterrara a sus hijos. Que dudaba sobre la justicia y piedad de los dioses; porque se encontraba despidiendo a su amado Laenor, a su primer hijo -el que marcó su vida en un antes y después, con el que descubrió la alegría de ser dueña de un amor tan puro y entregado como la angustia y tristeza de no poder darle el mundo, con el que aprendió sobre la humildad de su propia existencia. Los primogénitos eran los tesoros de cualquier madre, la princesa Rhaenys no exceptuaba a la regla.

Amaba a su hijo Laenor, era su adoración y felicidad. Pero amargamente, también era su tristeza.

La princesa Rhaenys estaba en la playa, viendo partir a su hijo Laenor a ese pequeño bote con Qarl. Les esperaba una embarcación más grande y llena de bolsas de oro, con rumbo a los pueblos libres. No volvería, fingir su muerte era garantía de ello. Que la princesa Rhaenys fracasó en retener sus lágrimas; tal vez Laenor no esté en esa tumba en el fondo del mar como su hija Laena, mas no la salvaba de ese infernal dolor de ser abandonada. Su primer amor de madre le decía adiós con esa sonrisa, la princesa Rhaenys le tiró su pañuelo bordado con las iniciales de sus hijos. Laenor lo cogió, lo besó y lo guardó, la princesa Rhaenys suplicó a los dioses clemencia por su Laenor.

—Mi señora. —Senseth, una de sus doncellas de su entera confianza, se presentó. Venía con la respiración agitada, propio de una corrida en el castillo. —. Sus nietos la necesitan.

La princesa Rhaenys repitió las palabras de su doncella, mientras Laenor desaparecía de su vista adentrándose más y más al mar. Ya no estaba, oficialmente se convirtió en una madre sin hijos. Sus lágrimas se sintieron más amargas y dolorosas, los dioses eran cruelmente justos. Porque le quitaron a sus dos hijos, por sus nietos. Incluía a Jacaerys, Lucerys y Joffrey en ese intercambio, ellos eran los hijos que Laenor escogió para amar, cuidar, proteger y por los que sacrificó la vida que conocía.

Honraría el amor de Laena y Laenor hacia sus cachorros, sería la dragona que velaría por el recuerdo de ellos. No los iba a desamparar, esos cinco niños que quedaron sin padre y madre eran sangre de su sangre. Les dedicaría su vida, su amor y su protección; eran los tesoros que sus hijos Laena y Laenor les dejaba para su consuelo.

—El príncipe Jacaerys y Joffrey han entrado en celo, sus presentaciones se están dando. —La doncella Senseth informó con evidente inquietud, la princesa Rhaenys asintió. Se despidió nuevamente de sus hijos, ahora ellos pertenecían al mar. No sus cachorros, la princesa Rhaenys pelearía contra el mar por sus nietos -no se los llevaría, era una promesa.

La princesa Rhaenys decidida regresó al castillo, ordenó el aislamiento para cada alfa y beta que estuviera de servicio y encomendó a su doncella Senseth que fuera por el dulce Lucerys y se lo entregaran a Lord Corlys. Su esposo cuidaría de él como la serpiente recelosa que era, mientras que sus nietas Bhaela y Rhaena quedarían al cuidado de su doncella Senseth. Confiaba en esas únicas dos personas para velar por su sangre, pues iba a desaparecer por días. Se encargaría personalmente del príncipe Jacaerys, se lo hizo saber a Daemon Targaryen cuando llegó a las habitaciones de su nieto, no se intimidó por la fiereza con la que Daemon custodiaba la entrada ni por sus gruñidos cuando se acercó.

La princesa Rhaenyra se obligó a salir, el intenso aroma de Daemon entorpecía los avances de los maestres. Lo que sirvió para que la princesa Rhaenys tomara la mano de la heredera al trono, supiera que sus intenciones no eran lastimar a sus nietos con ese simple gesto conciliador. Rhaenyra amenazó con quebrarse, pudo sentir cómo la carga que amenazaba con aplastarla era reclamada y compartida por la princesa Rhaenys. 

LEGÍTIMO DERECHO [LUCEMOND]Where stories live. Discover now