El camino

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Aunque Leo no parecía molesto por lo que hice, aun mantenía un poco la preocupación, no tenía la menor idea de cual sería el desenlace de esa situación y eso me causaba demasiada intriga, pese a eso mantenía la esperanza de que algo bueno sucediera.

Dejando de lado eso, me enfoqué en encontrar trabajo, comenzaba a sentir la presión de que había pasado ya casi un mes en que estaba desempleado y yo no había hecho absolutamente nada.

Empecé mi búsqueda en internet, aunque casi no había vacantes o no contaba con más de 3 años de experiencia para el área que solicitaban, logré agendar una que otra entrevista, pero sin ningún resultado. En la mayoría me sonreían de manera forzada mientras me decían que me llamarían, sabía que significaba eso.

Finalmente, decidí lanzarme a buscar, salía temprano y recorría diferentes partes de la ciudad, tenia la fe que pronto encontraría un buen trabajo y al menos una parte de mi vida podría volver un poco a la normalidad, no creía que la búsqueda me duraría tan poco, apenas habían pasado poco mas de dos semanas cuando de nuevo comencé a sentirme mal.

No supe ni como llegué a la casa, me sentía muy mareado y aturdido, creo que alguien me ayudó a caminar las últimas calles hasta la casa de mi hermano, sentí como me dejaban caer como bulto en el sillón.

—¿Que tienes? —me pareció que preguntaba Gus, intenté enfocar, pero todo era borroso.

—Estoy mareado, veo borroso—respondí sintiendo que apenas y hablé.

—¿Qué hacemos? —cuestionó una voz más que seguramente era la de Leo.

—Hay que hablarle a Andrés.

Eso me hizo reaccionar un poco.

—No le hablen—pedí. No quería que me viera así, ni menos que supiera el porqué.

—Bueno, que prefieres ¿Que le hablemos a mamá o ya de una vez te llevamos al hospital?

Ninguna opción era mejor que la anterior, dado que ya ni respondí mis hermanos se hicieron cargo, no supe si me dormí o qué, pero apenas reaccioné cuando sentí que alguien movía mi mano, algo apretó mi brazo para finalmente ser liberado.

—La presión está un poco baja, es solo deshidratación—concluyó una voz que identifiqué como la de Andrés.

—Creo que es porque ha estado muy estresado últimamente—le contó Gus.

—¿Otra vez ha estado con diarrea? —quiso saber Andrés.

—Si, lleva así toda la semana.

—Además ha estado expuesto al sol, dado que ha estado buscando trabajo—añadió Leo

—¿Trabajo? ¿Lo despidieron?

Con la poca fuerza que me quedaba me defendí.

—Renuncié que es distinto

—¿Ahora estás desempleado? —preguntó con ese tonito de sorpresa que odiaba.

—Al igual que tú —le eché en cara.

—Yo sigo preparándome, en cambio...

—¿Entonces que prosigue? —interrumpió Gustavo antes de que esa discusión subiera de tono, lo agradecí no estaba en condiciones de pelearme con mi hermano.

Tardó un momento en contestar, supuse que estaba observándonos a todos.

—Que tomé suero, si para la noche sigue igual lo canalizaré, si aun así no mejora hay que llevarlo al hospital.

Era al último lugar a donde quería acabar.

Escuché pasos y una puerta cerrándose, después todo se quedó en silencio no sabía si había alguien conmigo y de nuevo me quedé dormido.

Ahora, nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora