Espacio

23 2 4
                                    

Después de aquel maldito encuentro del destino ya no sabía que era la tranquilidad ni menos estar presente, por más que intentaba enfocarme

en el trabajo y en mi vida en general me sentía bastante desconectado, últimamente escuchaba todo como si yo estuviera dentro de un frasco.

La situación ya no solo me estaba afectando en lo personal sino también en lo laboral, en las últimas juntas con clientes Oscar había tenido que estar tomando la palabra dada mi ausencia mental y cuando nos reuníamos en la casa de Tita llegaba un punto en que Ikki le prestaba más atención que yo.

Lo que acabo atormentándome mas fue enterarme por mi hermano que la situación de Marck iba de mal en peor, ya que ahora estaba a punto de acabar en la calle.

Como era posible que terminara en una situación así, no entendía porque Aim estaba tomando esa actitud, deseaba que todo esto me fuera indiferente pero inevitablemente aun me importaba de alguna forma, pudo haberme hecho estupideces, pero no quería que viviera así, yo deseaba lo mejor para él y sobre todo en esta situación que ya de por si es complicada.

Al cabo de algunos días, llego el punto en que mi amigo tuvo que intervenir.

—Y entonces cerramos el evento con unos marcianos bailando chachachá.

—Excelente idea—aprobé sin prestarle mucha atención.

—¡Por el amor del Señor! —exclamó sacudiéndome con brusquedad, eso hizo que mi atención regresará un poco a él—¿Dónde estás Alan?

—Aquí, deberías darte cuenta de eso, me tienes entre tus brazos—me soltó y luego me bufó.

—Ya me cansé de solo escuchar ladridos, necesito una junta con un humano y no con un bulto—se quejó.

Me enderece.

—Perdóname, enserio que he estado haciendo todo lo posible para mantenerme presente, pero...

—Pero el señorito aparezco de repente no te lo a permitido—concluyó.

—¡Pero no por los motivos que piensas! —aclaré.

—A ver, cuantas veces no te he dicho Oscar soy y tu hermano soy ¿para que crees que me dio Diosito estas orejotas?

—Para podértelas jalar cada que te portas mal—dijo una voz lejana que parecía provenir de la cocina.

—¡Tita! —se quejó su nieto, escuchamos una carcajada que se fue yendo al fondo de la casa—bueno aparte de usarlas como correctivo, están para escucharte, así que desembucha.

No supe bien como exponer mis ideas porque estaban todas enmarañadas como una bola de estambre, dejé ir soltando lo primero que se me vino a la mente.

—¿Crees que la vida cobra los favores que te hacen? —cuestioné.

Oscar me miró por un momento como tratando de comprenderme.

—No lo creo Alan—respondió.

—Es el único sentido que le veo que Marck haya aparecido de nuevo—admití. había sido una de las conclusiones a las que había llegado en una de mis tantas noches de insomnio, mi compañero negó con la cabeza.

—No hermano, estas equivocado. Se que si te digo lo que pienso acerca de este reencuentro voy a ser violentado, así que para que repetirlo si ya lo sabes—entrecerré un poco los ojos mirándolo—si, ya vi esos ojos fieros, déjame proseguir y ya después decides que hacer conmigo—me pidió, aunque no le retire la mirada no dije nada por lo que prosiguió—Mira a mi punto de vista, nadie te debe ni le debes nada, aunque es inevitable adquirir lo que llamarían una deuda moral.

Ahora, nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora