Yo no sé mañana

16 2 0
                                    


A como se había presentado todo lo relacionado con Marck, prefería no volverme a involucrar con Marck, ya había conseguido mantenerme al margen en semanas pasadas por lo que creí que podría regresar a la misma dinámica, sin embargo, ese perro loco no solo puso de cabeza mi casa.

Los siguientes días fue un batallar para sacarlo a pasear porque al Don Canino le entro la maña de querer hacerlo también con Marck por lo que a veces Ikki llegaba a su propio límite con tal de esperarlo, no sabía su horario pero a juzgar por lo que había visto apenas y pasaba por el departamento, había estado pensando que clase de trabajo tenía en el que su horario fuera nocturno, el más decente qué se me ocurría era guardia o algo así, las otras ideas no podía visualizarlo a que hubiera llegado a ese punto de desesperación.

Obviamente que todo esto afecto en mis otras actividades y también me atrasaba para salir con Braulio, dado el poco tiempo que teníamos para pasarlo juntos le había pedido que me acompañará a ver oficinas para después ir a algún lado, sin embargo, mi cuadrúpedo amigo complicaba todo.

No me quedo de otra que averiguar más de Marck para que al menos una vez nos acompañará.

De nuevo coincidimos por la tarde, Ikki fue el más feliz ya qué apenas lo había visto en esos días, se le fue encima brincoteando o al menos intentándolo porque no tenía mucho espacio.

—Vaya qué me extrañaste—observó tratando de pasar.

—Déjalo llegar Ikki—exclamé yendo por el como pude lo jalé del collar casi sentándome encima para aplacarlo, Marck nos sonreía, creía querer que era más hacia el perro que hacía a mí

—Me recordó a Silvio—musitó.

—¿Tu gato? —pregunté en automático, me miro un momento con asombro como si no esperara que supiera de quien hablaba, pero después asintió.

—Era quien me recibía con verdadero gusto.

El can se sacudió de tal manera que logró zafarse y de nuevo corrió hacia Marck brincoteando después noto su correa colgando y de un tirón la zafó con todo y portallaves.

—¡Ikki! —exclamé, el perro cayó en cuenta de su acto y se quedó repentinamente quieto, sentado a dos patas muy erguido —perro loco casi te llevas media pared—dije acercándome a recoger el tablero.

—Creo que está esperando para salir—observo el otro, aunque estaba quieto su cola denotaba la emoción que estaba conteniendo.

—Te ha estado esperando—comenté.

—¿A mí?

—Le agarro el gusto de que nos acompañaras a pasear —Marck de nuevo sonrió y se puso en cuclillas para acariciarlo.

—Vamos pues. —dijo volviendo a estar de pie, con esas palabras Ikki dejo de fingir calma y volvió a su estado eufórico.

—¿No quieres comer algo o descansar un poco? —cuestioné dado que ni chance había tenido de dejar sus cosas.

—Puedo esperar, Ikki creo que no tanto—el mencionado confirmo con un fuerte ladrido, por lo que le recibí su mochila para dejarla en el sofá y salir a dar el paseo.

Nos dirigimos hacia la Alameda qué estaba frente a mi edificio, fue una caminata silenciosa, aunque no tan incómoda, llegamos a un espacio donde el perro pudo correr a sus anchas mientras nosotros lo observábamos sentados en una banca, fue en el momento que finalmente me atreví a hacer la plática al fin y al cabo necesitaba saber su horario.

—Hoy regresaste temprano —comenté.

—No hubo tanto trabajo—respondió con la mirada perdida en Ikki quien corría tras una ardilla.

Ahora, nosotrosWhere stories live. Discover now