Mírame, mírate

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Los dos solos en ese espacio tan pequeño, en que la distancia era mínima, y hacía imposible que no hubiera algún roce, creo un momento de mucha cercanía.

La música quedó en segundo plano, en ese momento dejó de existir el mundo, tenía la boca seca y el corazón desbocado, me sentía justo como ya no quería hacerlo estando a su lado, por primera vez en semanas me atreví a mirarlo de frente, directo a los ojos, su mirada volvía a tener un poco de brillo y una sonrisa parecía querer aparecer en su rostro, estaba tan concentrado que no supe en que momento había comenzado a acercar su mano a la mía que estaba recargada sobre mi rodilla hasta que finalmente la tomó, fue una experiencia indescriptible volver a sentir su tacto y su calor, ni siquiera me importó que estuvieran algo sudadas, señal de lo nervioso que se encontraba.

—Feliz Navidad Alan—susurró de manera suave.

—Feliz Navidad Marck—respondí en el mismo tono.

No quería que se alejara, me hubiera gustado que su mano se quedara más tiempo, sin embargo, una vez más, mi celular vibró haciéndonos sobresaltar, retiró su mano, se enderezó en el asiento y de nuevo encendió la lámpara del auto apagando el foquito.

La interrupción resulto ser de mis hermanos quienes en el grupo que teníamos mandaron un video del encendido del árbol, aunque agradecí el detalle maldije mentalmente la infeliz coincidencia en que hubiera sido justo en ese momento.

Lo reproduje, cuando se empezaron a oír voces Marck miró con cierta curiosidad hacia el dispositivo, pero no dijo nada, se lo enseñé.

Se escuchaban muchas voces, algunas discusiones, creo que cuando todo estaba en obscuridad mi hermana se tropezó porque por un momento se vio lo que parecía ser el techo y se escucharon sus reclamos hacia Gustavo, finalmente el momento llegó y el lugar se iluminó dejando ver a casi toda mi familia a excepción de Mariana que era quien grababa, Iván reía y abrazaba a todos, el video se cortó cuando le tocó a ella. Terminado el vídeo bloquee mi celular sin ser capaz de ver a Marck.

—Tienes una bonita familia.

—Gracias, quizás no la he sabido apreciar—reconocí.

—Si Dios quiere, aun te quedan muchos años para aprovecharla—me extrañó que lo dijera como comúnmente lo hacen las personas mayores, pero no comente nada, el ambiente se había vuelto a ponerse extraño y tenso.

—Estoy con alguien—solté, sentí la necesidad de aclararlo o quizás recordármelo.

—Lo sé—me sorprendió que lo reconociera,

No quería saber cómo es que había llegado a esa conclusión

—No voy a causarte mas problemas de los que ya te he ocasionado. —añadió ante mi silencio —No espero nada mas que tu perdón.

Ante eso me fue inevitable voltear a verlo, tenia la mirada fija al frente.

—Honestamente, no tengo nada que perdonarte.

Giró con rapidez y me miró directamente, no sabía en que tono lo había dicho, pero por su angustia pude deducir que no había sido el mejor.

—No tengo nada que perdonarte porque lo que sucedió era el único final que podía esperar, Marck.

—Pero... Lo que te hice... —comenzó a decir, sin embargo, lo atajé.

—Yo solito cavé mi propia tumba. Sabía perfectamente el lugar que ocupaba y aun así me dejé llevar. Te conocí por que ibas a casarte, yo no podía entrar en tu vida en otra forma que no fuera como siempre debió ser, un servidor y un cliente.

Ahora, nosotrosWhere stories live. Discover now