Como hemos cambiado

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Después de un largo tiempo sentado a la intemperie llegué al punto en que el duro y gélido asiento ya no lo sentía y la temperatura comenzaba a descender considerablemente, volteé a ver a Marck pese a la escasa luz pude notar que le estaban saliendo canas, su rostro se notaba tenso, tenía la vista perdida y tampoco hizo ademán de querer moverse, seguimos contemplando el gran adorno en completo silencio.

Comenzó a mover las piernas no sabía si de frio o nervios, saque una vez más mi celular para ver la hora, no pasaban de las nueve, cómo se supone que sobreviviría hasta el amanecer en esta situación.

—Deberías ir con tu familia—dijo rompiendo el silencio mirándome fijamente

—¿No trabajaste hoy? — cuestioné ignorándolo, le sostuve la mirada unos segundos lo suficiente para hacerme estremecer.

Jaló un poco de aire y frunció la boca, parecía un poco molesto por mi insistencia en ignorarlo tan descaradamente,

—A unos nos dieron libre el día de hoy, a otros se los darán en año nuevo—respondió, volviendo la mirada al infinito, cruzándose de brazos.

Asentí sin saber que más decir, solo me quedé viéndolo parecía mucho más delgado y se veía cansado, en todo el sentido de la palabra, metí las manos a mis bolsillos y volví a enfocar la atención a mí alrededor.

Cuando vivía en su departamento llegamos a un punto en que estar en silencio no era problema para nosotros, al contrario, se disfrutaba esas tardes en que cada uno estaba en su asunto, aunque nos encontráramos en el mismo espacio, nunca sentí la necesidad de encontrar de que hablar, contrario a ahora.

—¿Si te sirve la sudadera? —quise saber ya que se había encorvado ligeramente, además sus piernas seguían bailando felizmente.

—Huele a ti—respondió, hundió la cabeza tapándose hasta la nariz—Y un poco ha guardado, es calientita.

—¿Regresamos al auto? —pregunté confundido ya que no obtuve una respuesta clara.

—Me gustan las luces

De nuevo respondió algo nada preciso para lo que pregunté, comencé a sentirme algo exasperado. No insistí en hacer otra pregunta no iba a seguir mordiéndome la lengua si me volvía a responder de esa manera, por lo que seguimos hipnotizando el colosal árbol navideño, pero no aguanté más tiempo en ese silencio inquietante, sentí la necesidad de aprovechar el momento para aclarar algunas dudas que tenía desde que llegó a mi vida, aunque ya no quería seguir involucrándome con el aún nos faltaban demasiadas horas juntos y no esperaba quedarme mudo hasta que saliera el sol, tomé aire y me atreví a comenzar la charla.

—¿Puedo preguntarte algo?

Dejó de mirar al espacio y giró su cabeza hacia a mí, parecía que no esperaba que fuera a hablarle directamente.

—Adelante.

No expuse mi duda de inmediato, era un tema demasiado personal que no sabía si estaba dispuesto a decirme, crucé mis brazos en un intento de mantener mis manos calientes.

—¿Cómo... Porque...—no sabía exactamente como plantearla—Tu...—quería saber porque había acabado divorciándose, pero era algo tan delicado que no halle las palabras adecuadas, Marck me observó esperando a que acabara de plantear mi duda, sin embargo, al mirarlo una idea fugaz se me vino a la mente ¿Y si se había enterado al fin y al cabo de lo que sucedió entre su marido y yo? Solo así entendería la saña que estaba mostrando, pero como podría ser eso posible, bueno a veces Marck podía ser muy distraído y dejaba escapar cosas importantes, capaz fue tanta su culpa que acabo confesándose dormido, de esa forma me entere de muchas cosas que despierto dudo dijera con tanta tranquilidad. Cada vez tenía teorías más locas en mi cabeza hasta llegar al punto de pensar que Aim me había mandado a investigar, así como había actuado la creía capaz.

Ahora, nosotrosWhere stories live. Discover now