Capítulo 3

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Sapnap esperaba apoyado en una puerta mientras Philza buscaba algo entre los cientos de libros de su biblioteca personal. Era de esperarse que el rubio tuviera una, pero aún así era increíble que fuera tan grande y hubieran tantos libros. Literalmente el interior del lugar era más grande que toda la casa.

—Juraba que el cuarto era más pequeño por fuera –comentó el pelinegro con una mueca debido a sus heridas–. Y ¿Se puede saber que buscas?

—Creo que está arriba. Enseguida vuelvo –Ignoró al otro, y miró a unos estantes que estaban muy altos como para llegar con una escalera siquiera.

De repente, la capa del mayor se transformó en dos grandes alas grisáceas oscuras, las cuales se extendieron antes de empezar a batirse. Un par de plumas cayeron cuando el rubio se alzó del suelo y voló a los estantes de libros más altos

Sapnap estaría impresionado si no supiera ya que su amigo era un ángel caído; sus muchos años en la Tierra explicaban sus conocimientos de todo tipo.

Se agachó con cuidado de no abrir sus heridas y recogió una de las plumas que habían caído; era grande y suave al tacto, tal cómo lo son las plumas de los ángeles.

—Aquí está –dijo Philza, y cogió un rollo de papel de entre unos libros, para luego aterrizar con gracia frente al pelinegro.

Tan rápido como aparecieron, las alas volvieron a tomar la forma de una gran capa que lo cubría casi en su totalidad.

—Qué es eso? –preguntó Sapnap, guardando la pluma en su bolsillo.

—Instrucciones –Phil salió del cuarto con el menor detrás y fue a la cocina.

—Dejate de misterios y dime, ¿Cómo eso puede salvarme? –El rubio sacó dos frascos de unas repisas y se los tendió al impaciente pelinegro.

—Para invocar a un demonio, claro.

Sapnap se quedó callado; no entendía, ¿Por qué él querría invocar a un demonio? Eso no lo ayudaría en nada.
El ángel, sabiendo lo que estaba pensando, se adelantó.

—Sé que no es la mejor manera, pero es la más rápida y efectiva.

—¿Qué se supone que le pida?

—Eso depende de tí.

Sapnap escuchó las indicaciones del mayor, los frascos contenían sustancias que necesitaría para poder invocar al ente demoníaco, pero aún tenía que conseguir otras cosas que estaban anotadas en el rollo que le había dado.

Se despidió, agradecido con Phil por haberle salvado y dado una solución. Solo esperaba que funcionara.




Pasaron apenas dos días desde el incidente y Sapnap ya se dirigía al bosque a buscar las cosas que le faltaban según el rollo.

Aquel día, Philza había llamado a Dream para que llevara al pelinegro a casa y descansara. Sus heridas recién estaban sanando, pero aún podía sentir los dientes del lobo en su brazo así como sus garras.

Dream le había insistido en que debía descansar más tiempo, pero el pelinegro no podía estar acostado todo el día sabiendo que un lobo alfa y su manada lo estaban buscando en ese preciso momento.

Abrió el rollo una vez más y revisó los “ingredientes”:

Lágrimas de ghast. Listo.
Cuatro velas...

Buscó en el bolso que llevaba colgado a un lado, dentro habían seis velas, un mechero y los frascos que Philza le había dado. La verdad que lo que necesitaba eran pocas cosas, por lo que supuso que invocar demonios no era tan difícil como pensó.

Dispuesto a todo  [Quacknap]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora