Capítulo 20

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El demonio alzó la vista y se encontró con que estaban rodeados por muchos hombres de grandes narices y ojos verdes como la esmeralda. "¡¿Pillagers?! ¿Por qué no los sentí venir?", el número de enemigos lo alarmó, pero podría reducirlos sin mucha dificultad. En cuanto se quitará la red, claro.

Un pillager con bandera avanzó un paso al humano y le amenazó con la ballesta, haciendo que Sapnap levantara las manos temeroso como si de un asalto se tratara. "¿Van a matarnos?", se preguntó consternado él, sin despegar su vista de la esmeralda que lo analizaba fríamente, por tanto tiempo que parecía que el hombre estaba decidiendo su destino. Sapnap pudo sentir como una gota de sudor le resbalaba por la nuca mientras seguía bajo escrutinio, hasta que el pillager se detuvo un momento y se giró para hacerle una seña con la cabeza a otro que estaba a su lado.

-¿Quién eres? -preguntó el pillager que llevaba una gran bandera, mirando al humano con duda.

-...Sapnap. ¿Qué v-

De repente, varias manos le agarraron los brazos y lo inmovilizaron con eficiencia aún cuando el pelinegro intentó resistirse. Quackity observó a los pillagers sostener a su preciada presa y gruñó, luchando contra las redes que extrañamente le hacían sentir sin fuerzas.

Los pillagers le abrieron paso a otro que hizo entrada ante los chicos interceptados; un hombre grisáceo con un color de ojos más intenso que el resto, vestía una larga túnica negra con bordes dorados que le cubría hasta las manos y un aura siniestra lo rodeaba. El demonio lo reconoció como un evocador, el cual lo miró unos segundos para después levantar las manos y moverlas en círculos, haciendo unas burbujas grises. Antes de que Quackity se diera cuenta, le invadió una sensación de pesadez y agotamiento que le impidió mover cualquier músculo e incluso le estaba costando mantener los ojos abiertos.

—¡Quackity! ¡No, suéltenlo, idiotas! –Sapnap trató de soltarse del agarre mientras otro grupo de pillagers levantaba al demonio adormecido.

—Vamos –ordenó el pillager con túnica, comenzando a andar en la dirección contraria.

...

Habían pasado varias horas y todavía no llegaban a donde sea que los estés en llevando sus captores. El sol iluminaba con calidez desde lo alto y Sapnap no dejaba de preguntarse a dónde los estaban llevando. Los pillagers caminaban en orden, guiados por el que tenía la bandera quien parecía el líder del grupo, y a su lado estaba el hombre de túnica. Él a veces lo miraba sin disimulo mientras hablaba con el líder, pero como Sapnap estaba muy lejos solo escuchó que decían «base» y «se encargará de estos dos».

Quería irse corriendo, y de no ser porque dos pillagers lo llevaban a empujones, ya habría huido. Detrás suyo estaba el grupo que arrastraba a Quackity por el suelo; al parecer el demonio pesaba bastante, así que los hombres pronto se cansaron y no les importó arrastrarlo de los brazos por el resto del camino. Sus bonitas alas oscuras, maltratadas y sucias por la tierra, le aseguraban a Sapnap que el mexicano estaría enojado más tarde cuando se despierte, pues parecía amar sus lindas plumas.

Cuando se despierte, ya que no resistió a cualquiera que sea el hechizo que le lanzó el evocador y se durmió en menos de una hora.

Ambos eran prisioneros o algo así, y todos los miraban con ceños fruncidos que no se molestaban en ocultar, pero por alguna razón parecía que a los pillagers les caía especialmente mal el demonio, pues el grupo que lo llevaba lo golpeaba ocasionalmente y miraban sus alas con malicia e intenciones desconocidas. Y la verdad, Sapnap cada vez sentía más ira viendo esto: algo dentro de él quería patear al par que lo llevaba y matarlos a todos, sobre todo a los que molestaban a su compañero.

Su apenas existente instinto le gritaba cada vez más fuerte en su cabeza: ¡MÁTALOS!

Casi se tropieza cuando uno de los pillagers lo empujó con la ballesta para que acelerara el paso, Sapnap volteó a verlo con enfado pero no opuso resistencia, intimidado por el arma.

Dispuesto a todo  [Quacknap]Where stories live. Discover now