Capítulo 18

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—Pero, ¿Por qué mierda estoy sobre una nube? Podría haber soñado con, no sé, con tener súper poderes o algo.

—A mí ni me mires, tu mente es todo un misterio –dijo el demonio volando en círculos sobre su cabeza.

Sapnap suspiró y miró el basto azul que lo rodeaba. Era consciente de que estaba soñando; se dió cuenta mientras corría de mil pequeñas manos de hadas asesinas sedientas de su sangre, entonces pisó una nube en el suelo y ésta lo elevó por el cielo hasta quedar frente millones de lucecitas titileantes. Sin embargo, era relajante estar allí, el silencio y la calma eran geniales, y las estrellas le hacían compañía así que no estaba solo.

El único problema era el recurrente Quackity que seguía apareciendo cuando dormía.

Observó al mayor volar: sus alas se movían con gracia en el aire invisible y hacia parecer que volar fuera algo fácil, y si no fuera por el débil brillo de la luna no podría verlo en la oscuridad. La verdad era que las alas lo hacían ver mucho más grande y sexy.
No quería tener esa clase de pensamientos pero ya no podía evitarlo, le ardía el rostro con solo pensar en el último beso que le dió. Si el demonio estuviera encima suyo, ¿Su sombra y grandes alas lo cubrirían por completo?

—¿Quieres averiguarlo, dulzura? –le preguntó Quackity, deteniéndose a unos metros delante suyo.

—No, gracias. Mierda, enserio no sé que me pasa, ¿Por qué sueño contigo? Demonio hijo de puta, sal de mi cabeza de una maldita vez.

—¡Wow, wow, wow! ¿Por qué la agresividad, cabrón? –exclamó el aludido con la misma sonrisa divertida de siempre–. Óyeme, hijo de la chingada, no te atrevas a hablar así de mi madrecita, ¿Eh? No te atrevas a hablar así de mi madrecita que ella fue una santa.

—Bueno, debe estar muy orgullosa de que tú no.

Quackity movió la mano restándole importancia y lo observó en silencio mientras batía sus alas con fuerza para mantenerse a vuelo.

—Creo que es un tanto irónico que tú, un demonio, estés volando en el cielo –comentó Sapnap, las comisuras de su boca se alzaron de forma sutil.

—No soy cualquier demonio; soy de los más fuertes.

—Ajá, solo porque le robas la vida a otros.

—Como si fuera tan fácil. Dame algo de crédito, pendejo, me esforcé mucho por llegar hasta donde estoy –se quejó Quackity. Sapnap simplemente rodó los ojos y contuvo una sonrisa cuando el otro batió más fuerte las alas para fastidiarlo con el aire.

El viento golpeó su rostro, cerró los ojos y arrugó la nariz fingiendo fastidio. En su interior, deseaba que este Quackity fuera real o, al menos, que así fuera el real. Aunque no lo admitiera le agradaba la compañía de ese Quackity al dormir; las pesadillas eran menos oscuras y su descanso más placentero. Le agradaba, pero al mismo tiempo sabía que todo era un producto de su solitaria imaginación, un Quackity ideal hecho para llenar su desesperante soledad.

No era real. El verdadero era un demonio que había asesinado a miles de personas y que ahora quería matarlo a él también. Solo lo veía como un objeto, un humano más, algo inferior.

Un aliento cálido cayó por su rostro, Sapnap abrió los ojos y se encontró con sorpresa al mexicano tan cerca suyo que solo los separaban centímetros de aire. No sabía cuando se había acercado tanto, pero tampoco se alejó; en cambio, observó con cuidado el rostro contrario: la piel inmaculada que no parecía haber sido expuesta a las llamas del infierno, los mechones que salían de su gorro cayendo por su frente, la mirada profunda y seductora que lo analizaba en silencio, la sonrisa burlona que se formó en aquellos labios que moría por besar.

Dispuesto a todo  [Quacknap]Where stories live. Discover now