Capítulo 16

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Quackity aprovechó la confusión momentánea del animal y lanzó el hacha a su cráneo, escuchó el crujir de la carne y huesos cuando le el arma dió de lleno en la cabeza del ser, salpicando sangre alrededor y cayendo pesadamente al suelo moribundo.

En el preciso instante que la vida abandonó el cadaver del felino, las llamas en los árboles se extinguieron, y el letargo corporal y mental de Sapnap desapareció por completo, dejándole únicamente un ligero mareo. Sapnap se levantó en cuanto pudo y se acercó al demonio que se encontraba recargado en un árbol con la respiración entrecortada.

—Lo hicimos –dijo el humano sin poder creerlo. Quackity levantó la mirada con el ceño fruncido.

—¿«Hicimos»? Tú no hiciste ni madres, culero, ¡Yo tuve que hacer todo el pinche trabajo sucio mientras tú dormías en el piso!

—¡Oye, no estaba durmiendo! Mi cuerpo no respondía y cada que intentaba levantarme los brazos me fallaban. Y sí te ayudé, ¿Quién te pasó el hacha? ¿He?

—Pues menos mal que lo hiciste –resopló el mayor. Se limpió con el brazo la sangre que se deslizaba por su frente y Sapnap notó las heridas por todo su cuerpo.

Estaba golpeado y magullado, y extrañamente que se le veía más débil, como con menos vida. Nunca pensó verlo así de malherido. Vió como soltaba el hacha y remangaba la camisa para descubrir sus brazos, Sapnap ahogó una exclamación al verlos medio quemados. Sin pensarlo, se acercó al demonio y tomó uno de sus brazos para revisarlo; no sabía mucho de medicina, pero aplicaría todo lo que Dream le había enseñado. O todo lo que recordara.

—Son solo unas quemaduras, no es para tanto, wey –le dijo Quackity, mientras lo observaba trazar líneas delicadas por su brazo.

—¿No te duele? –El otro negó, y Sapnap se preguntó cómo podía no dolerle una quemadura de segundo nivel. La piel estaba negra y chamuscada, pero aún así el demonio parecía muy tranquilo.

—Me regeneraré en cuanto recupere mis poderes; no te preocupes demasiado por mí, bonito.

El menor gruñó ligeramente con molestia y soltó el brazo contrario. La verdad era que se sentía en deuda y por eso necesitaba ayudarle de alguna forma, al menos a curarle las heridas que recibió por su culpa. Sacó una camisa de la mochila olvidada a un lado y la usó para limpiar la sangre del cuerpo del mexicano. El ambiente era algo raro ya que ambos estaban sorprendidos del gesto del humano hacia el demonio. Sapnap también empezaba a preguntarse por qué estaba haciéndolo y trató de llenar el silencio con lo primero que se le vino a la mente.

—Gracias por salvarme, otra vez –dijo sin mirar al otro. La camisa en sus manos poco a poco se tenía de rojo oscuro.

—Tú también ayudaste un poquito –A Quackity le causaba gracia que el menor este curándolo aún después haberle dicho que se curaría solo con sus poderes.

Justo en ese momento una onda de energía recorrió su cuerpo y la vitalidad volvió a él. Dejo de verse como un cadáver y sintió la fuerza fluir por sus venas. Sapnap observó con sorpresa el repentino cambio de estado, y cómo lentamente las heridas desaparecían hasta solo quedar las manchas de sangre seca en su lugar.

"Cambió mucho, ¿Eso es lo que le hace la energía? ¿le da fuerza? ¿Belleza? O ¿lo hace más atractivo? ¿Por eso ahora se ve tan jodidamente sexy?"

—Me da más vida, por decirlo de una manera –dijo el mayor, haciéndolo sobresaltar por la intrusión mental–. Lo de ser atractivo es de nacimiento, pero gracias~

—¡No hagas eso, maldito! –se quejó Sapnap, y le dió un buen golpe en el hombro que el contrario ni sintió.

—Esque me intriga lo que pasa por esa cabecita testaruda.

Dispuesto a todo  [Quacknap]Where stories live. Discover now