Capítulo 19

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Quackity levantó el hacha, listo para terminar con esos molestos lobos que lo tenían harto. Uno casi mata a su humano, ¡Su presa! Y no estaba dispuesto a perder su preciado contenedor de poder, así que pelearía con toda la manada de ser necesario.

"Malditos perros, solo uno puede matar a ese humano, ¡Y soy yo!"

Fijó la vista en los arbustos de dónde salió el animal que ahora estaba muerto; podía sentir la presencia de decenas de licántropos, rodeándolos, cuál depredadores eran. Escuchó un ruido detrás suyo y vió a Sapnap huyendo deprisa del peligro. "Chingas a tu madre, pendejo. Te estoy protegiendo ¿y me abandonas? Será… hijo de su madre". La verdad, le enfurecía esa actitud tan cobarde del otro, pero quizás era lo mejor. Así no tendría que preocuparse por que salga herido.

Volvió a encarar al bosque justo cuando un montón de lobos emergieron de su verde espesura, se formaron en línea y le gruñeron, mostrando sus caninos amenazantes. Quackity se preparó para activar su limitado poder, pero vió como un lobo marrón, más grande que los demás, tomaba posición frente al resto y cambió a una forma humana. Pudo oír el crujir de los huesos que la transformación conllevaba, los músculos tomando una nueva forma y el dolor contenido en el rostro del que parecía ser el Alfa.

El demonio se quedó atento a sus movimientos sin bajar su arma, el Alfa se levantó y otro licántropo también con forma humana le acercó un manto de piel marrón igual al pelaje que tenía en su forma de bestia, que envolvió en la cintura para cubrir su desnudez. Después, el gran hombre lo observó con cara de pocos amigos; se tomó un momento para hablar, aunque Quackity sabía que probablemente estaba buscando al moreno con bandana, y finalmente dijo:

—Demonio, ¿Qué haces aquí, con ese humano? –Lo último estuvo cargado de tanto desprecio que Quackity estuvo seguro de que aquella manada perseguiría a Sapnap hasta la muerte.

—Nada que les importe, perras. Mira, ¿Por qué no le dices a tus chuchos que den media vuelta y se largen? Estoy ocupado y odiaría usar mi energía en ustedes –El licántropo arrugó el entrecejo con claro enfado pero Quackity siguió antes de que dijera nada–. Pero si no se van en los próximos 30 segundos, los mataré a todos.

Sus ojos se iluminaron de un rojo amenazante que, junto con su afilada voz, bastó para que la manada entera se pusiera gruñera a la defensiva. Sus sentidos detectaron más lobos a la redonda acercándose.

—No te metas, diablo. No sé qué pacto hayas hecho con el maldito mocoso pero esto no es asunto tuyo –Más licántropos en forma humana se asomaron entre los árboles con arcos tensados y apuntándole al pelinegro–. Quítate del camino o tus palabras no serán más que polvo en el viento.

–…Nueve, diez, once… –Quackity lo ignoro e inició la cuenta.

El Alfa solo soltó un sonido quedo y los lobos en primera fila saltaron sobre el mexicano con sus fauces bien abiertas, dejando ver los temibles colmillos. Quackity con un movimiento rápido le atravesó el cuello a uno y pateó a otro con fuerza, tumbando a dos lobos más. Unos dientes se clavaron en su antebrazo con tal fuerza que tuvo que morderse la lengua para bloquear el grito que se le quiso escapar. Se sacudió al can e intentó decapitar a otro, pero un lobo de pelaje rubio saltó inesperadamente y le arrebató el hacha.

"¡Odio a los pinches lobos!"

Le acertó un buen puñetazo al lobo y a uno gris que se le acercaba por la espalda. Miró alrededor solo para encontrarse que no le atacaba ni una cuarta parte de las fieras que habían. Esto iba a ser complicado, pero para un demonio inmortal como Quackity no era un reto imposible. O eso pensaba.
Buscó algo que incendiar para repeler a sus atacantes, pero tres grande lobos se le subieron a la espalda. Luchó por sacárselos; no quería usar su energía porque no tenía mucha, así que peleó a puro vergazo. Se acordó de los arqueros cuando las flechas cayeron hacía él, usó el cuerpo de un gran can blanco para cubrirse y luego lo lanzó a los arbustos donde estos se escondían. Una flecha le acertó en el hombro, la agarró y sacó sin pensar en en el dolor. "Hijos de su puta madre, ¿Olvidan que soy un maldito demonio o qué?".

Dispuesto a todo  [Quacknap]Where stories live. Discover now