Capítulo 22

33 6 2
                                    

Nada más entraron al asentamiento fueron sorprendidos por un grupo de personas que los tiraron contra el suelo y los inmovilizaron con grandes garras, tan rápido que ni siquiera Quackity lo vio venir. Sapnap trató de explicarse pero no le dieron oportunidad; una mujer de cuerpo ancho lo aplastó con su peso y se inclinó para gruñirle en la cara , mostrando unos caninos bastante amenazadores.

—¡No venimos a hacerles daño! –intentó dialogar el humano, antes de que Quackity se defienda o los mate– ¡C-conozco a-

¡Cállate, maldito humano intruso, o te arrancaré los brazos! –lo silenció con hostilidad la alfa. Tal vez Sapnap no sea un licántropo, pero todos los músculos se le tensaron por la fuerza de La Voz.

—Pinches lobos de mierda, ¡Alejen sus putas pezuñas de mí! –Sapnap trató de llamar al mayor o detenerlo; no quería muertos.

Pero antes de que empezaran los golpes, una voz recién llegada detuvo en seco a todos los presentes menos a Quackity, que sintió como forcejeaba a su lado. Como pudo, el humano giró la cabeza y logró ver las botas negras de un hombre que se acercaba con aparente calma al grupo de lobos que los sometía.

Explíquenme qué carajos está pasando.

La alfa que lo sujetaba se levantó enseguida y Sapnap pudo separar la cara magullada del suelo para ver qué sucedía. La mujer tenía la cabeza gacha mientras hablaba en voz baja con, seguramente, el Alfa de la manada. O al menos debía ser la mano derecha, porque sino no tendría lógica que ella actuara con tanta sumisión.

Un par de manos más lo mantenían aún en su lugar, pero pudo estirarse lo suficiente y vio al hombre con quien hablaba. La respiración se le cortó cuando reconoció, pasmado, a la persona.

—Dices que son intrusos; ¿Cómo rayos no los vieron las patrullas? –habló el alfa.

Éste lo miró y sus ojos se abrieron tanto como los propios. Sí, ya lo había reconocido también.

¿Cómo no acordarse? Era imposible que Sapnap olvidara el rostro presente en varias de sus pesadillas, lo perseguía cada noche y lo torturaba, haciendo que se lamente sus acciones. Aunque creía firmemente en dar todo por sus seres queridos, esa vez había sido un error.

Pagó demasiado caro.

El hombre, que llevaba su abundante melena rosada recogida en un moño bajo, se le acercó con pasos vacilantes. Claramente no estaba verlo, pero intentaba disimular su sorpresa, al menos, frente a los otros presentes.

Y es que Sapnap conocía tan bien a ese hijo de su madre, que sin importar el tiempo, siempre seguiría siendo el único capaz de leer al gran idiota de su amigo. Incluso sin captar las feromonas.

—Sapnap… –La voz perpleja del alfa lo sacó de su mente. No sabía qué decir.

Los alfas encima suyo los soltaron y se levantaron con expresión confusa y de rechiste, pero sin desobedecer la orden silenciosa del robusto peli-rosa. Sapnap se levantó despacio, sin apartar la mirada del otro, ambos demasiado estupefactos para decir algo.

"No puedo distraerme; no vine a esto". El menor sacudió la cabeza para alejar cualquier pensamiento nostálgico y se obligó a enfocarse en lo importante.

—Techno, necesito tu ayuda –dijo directamente, escuchando una exclamación de los demás alfas por su tono demandante.

Ok, tal vez no tenía que ser tan directo.

Quackity se sacudió la ropa fulminando a los hombres lobo que le mostraban los dientes. Technoblade reparó en la presencia del demonio y se tambaleó hacia atrás atónito.

Dispuesto a todo  [Quacknap]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora