Capítulo 21

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Finalmente luego de horas de juego, Dani quedó dormida, pero no sin antes mostrarles la habitación en la que se quedarían a dormir. El menor se encontró con Quackity en la cocina de la casa, preparó un café y pudo sentir después de varios días duros el sabor de la cafeína deslizándose por su garganta. La sensación fue demasiado gratificante.

—Oye… sé que no tengo el collar ese pero ¿Sería mucho pedir que-… ¿Quackity?

Miró alrededor pero no había nadie; no lo escuchó al otro irse y por eso pensó que seguía ahí. ¿Qué demonios? ¿Por qué se iba así? "Qué grosero", pensó Sapnap, sin comprender del todo la actitud contraria. La cosa era que había estado extrañamente callado desde que despertó y apenas había dicho algo en toda la noche. ¿Quackity estaba molesto? ¿En qué pensaba tanto?

Y tal vez se estaba poniendo paranoico, pero un escalofrío lo recorrió al pensar que Dani dormía plácidamente en su cuarto. "No, él no le haría eso a una niña", pero cuánto más lo pensaba más intranquilo se sentía. Dejó la taza en la encimera y fue a paso rápido al cuarto de la pequeña, y cuando abrió la puerta se encontró con Quackity en medio de la oscuridad: sus ojos brillando intensamente de rojo y sus grandes alas desplegadas mientras veía fijamente a la niña.

Quería gritar, pero Dani estaba dormida, así que agarró al demonio del brazo y lo arrastró fuera de la habitación, cerró la puerta detrás y encaró al ente.

—¡¿Qué carajos estabas haciendo?! –le gritó, conteniendo los deseos de golpearlo.

—No lo sé, estoy muy débil por ese maldito hechizo y ella estaba dormida, así que tal vez su energía baste para-

—¡Eres un maldito! –Le soltó un puño justo en el estómago, y aunque a Quackity no pareció afectarle, repitió la acción– ¡Ibas a matarla! ¡¿Cómo puedes ser tan- tan hijo de puta?!

—¡Cálmate, bonito! –sonrió el otro, sosteniendo sus muñecas para detener los golpes–. Es obvio que no iba a hacerlo, digo, es una chamaca, ¿Cómo lo haría con ella? Ni siquiera tendrá mucha energía… Solo se me pasó por la cabeza, nada más.

—¿Que solo se te pasó por la cabeza matar a una niña? ¿Escuchas lo que dices?

—No seas dramático, bebé, conoces mi naturaleza. Haría cualquier cosa por conseguir mi objetivo.

Era verdad, Sapnap sabía más o menos la clase de persona (o demonio) que era él; siempre que hablaba de sus objetivos y la cima, su mirada se volvía fría y sin alma, como si no importase el costo. No podía esperar más de un demonio como él, pero aún así… después de compartir juntos esas semanas, creía que tal vez Quackity podía ser diferente, que podía cambiar. Tal vez era su instinto, susurrando que debía ser él mismo quien provoque ese cambio.

—Quizas tengas razón, pero sigo enfadado contigo –dijo Sapnap, cruzándose de brazos.

Ahora estaba más calmado, se fijó por primera vez en los iris rojos sangre del demonio que emitían un destello terrorífico, pero que también le daban un aspecto muy atractivo que reflejaba a la perfección su esencia de íncubo y su forma de ser.

¿Quackity sabía lo que estaba pensando? ¿Era por eso que ahora lo miraba así? "Con hambre…".

La respiración se le cortó y otro tipo de tensión empezó a llenar el espacio entre ellos. Sapnap recordó, con incertidumbre, que ya no contaba con la protección del collar. Y Quackity no era idiota, así que ya debía saberlo. Tendría que hacerle frente por sus propios medios si quería vivir. Pero siempre que dormía se moría por besar esos candentes labios… Ya no tenía mucha esperanza en sí mismo.

"Él quería matar a esa dulce niña que nos permitió pasar aún sin conocernos, y para colmo ella me recuerda a Dream. Debo protegerla… y a mí también, claro".

Dispuesto a todo  [Quacknap]Kde žijí příběhy. Začni objevovat