Capítulo 26

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El infierno siempre había sido un lugar caótico, pero hoy especialmente estaba en alboroto extremo.

Quackity avanzó entre la multitud de diablos tratando de alcanzar la oficina de su superior al otro lado. Volar sería arriesgado si no quería que un idiota envidioso le arruinara las plumas, así que trató de esquivar a la gente hasta alcanzar la puerta del mitad cabra. Una vez adentro tomó del aire libre de azufre que extrañamente había en el lugar y llamó a su jefe.

—Jschlatt, no mames ¿Viste el chingo de gente que hay afuera? ¿El papa vino al infierno o qué pedo?

—Nada de eso –dijo Schlatt sentado frente a su escritorio–. Se va a llevar a cabo una ejecución.

—¿A sí? ¿Y cómo es eso que recién me entero, cabrón? Ándale, dime quién es el pendejo.

—Un rebelde ingrato –sentenció el mayor, que luego sonrió, consciente de que a Quackity le complacería saber de quién se trataba.

—¿A huevo? ¿Y qué hizo el condenado? Tuvo que ser un verdadero hijo de puta si lo van a asesinar delante de todo el pinche infierno, jaja.

Schlatt se levantó y se contuvo de revelar la identidad y arruinar la sorpresa. Últimamente el menor había estado raro, y esperaba que con esto volviera a ser el de antes. Sabía que Quackity era fan de la justicia por lo que seguro estaría muy contento con lo que va a ver.

—Vamos, yo soy el encargado del castigo y quiero que estés conmigo.

Quackity no preguntó más y lo siguió afuera, entre la gente aglomerada que gritaba emocionada por el aparente show que verían. Bien, Quackity estaba interesado.

Cuando llegaron al centro subieron a una plataforma con una horca que rara vez era usada ya que se consideraba una muerte demasiado piadosa. Jschlatt se subió a mirar a los presentes y Quackity se ubicó a su lado; esto le ayudaría a ganar más presencia en el infierno y participar en algo tan importante como lo es una ejecución le sería útil en un futuro. Su gran futuro.

—Bueno, ¡nos reunimos para acabar con la mísera existencia del maldito que osó mandar a la mierda las reglas y actuar como le vino en gana! –habló Schlatt con fuerza, logrando que su voz sea escuchada hasta el fondo del lugar. Quackity estaba feliz por su elección de palabras; si era un hereje, quería verlo sufrir tanto como sea posible–. Ya, traigan al idiota.

Un par de demonios oscuros y robustos entraron en escena; no todos los demonios eran iguales y Quackity sentía cierto desprecio por los tipos sombras como esos. En fin, no los tomó muy en cuenta pues su atención se dirigió enseguida al escuálido cuerpo que los hombres arrojaron a sus pies.

Quackity habría sentido mucha satisfacción de ver al gusano retorcerse si éste no tuviera la mitad de la cara negra y blanca. Un rostro que conocía bien.

Ranboo agrandó los ojos con impresión al ver a su amigo frente a él, quedaba claro que no entendía lo que hacía ahí pero un pequeño atisbo de esperanza cruzó por sus ojos. Pero Quackity no hizo nada por ayudarlo, solo se quedó viendo impactado el golpeado cuerpo del enderman que sería ejecutado. ¿Qué demonios había hecho Ranboo? Él prácticamente era un angelito en medio de este agónico abismo.

Schlatt pateó a Ranboo para que avanzara y estuviera a la vista de todo el infierno. La gente enloqueció como si fuera un concierto y abucheó al chico, quien solo podía encogerse sobre sí mismo, deseando que todo fuera una simple pesadilla.

Quackity iba a preguntarle a su superior qué estaba pasando, pero fue interrumpido por el mismo cuando se dirigió al público reunido.

—¡Este bastardo que ven se estuvo relacionado con alguien del Overworld! ¡Un maldito híbrido!

Dispuesto a todo  [Quacknap]Where stories live. Discover now