Capítulo 3

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El ruido general del estadio se había marchado cuando Lauren había inclinado sus rodillas y golpeaba ahora el suelo con el bate. No era como si la gente hubiera dejado de hablar, ni mucho menos, pero la chica de ojos verdes había centrado su atención en el juego, haciendo así más fácil ignorar su situación.

El problema llegó cuando alzó su vista durante un segundo, para indicar que ya estaba lista y vio a sus padres de soslayo sentados en las gradas, con una enorme pancarta con el nombre del equipo. "Al menos no pone mi nombre" pensó Lauren. Pero aquello se desvaneció cuando vio a Ally en los asientos de encima suya, con un enorme "Lauren Jauregui & Normani Kordei Fan's Club" que sostenía la pequeña de un extremo y ocupaba siete asientos más hacia la derecha: Troy, Arin, Chris, Taylor, Shay, una chica que no tenía ni idea de quién era y... la chica de los perritos.

Gracias a su distracción, Lauren había dejado pasar la primera bola del partido. Para su suerte, el árbitro había calificado aquello como "bola mala" y poca gente, más que su entrenador, se había dado cuenta del fallo de Lauren.

-¡Atenta, Jauregui! -pudo escuchar Lauren la voz de Rob.

-Claro, atenta... -susurró para sí misma Lauren. -Como si fuera tan fácil teniendo una pancarta con tu nombre ahí arriba -volvió a golpear el bate con el suelo y a tomar su posición estratégica. -Además, Lauren, dijiste que no te distraerías por los espectadores -dijo levantando una mano para indicar que estaba lista. -Claro, que Mani no comentó que tendría este espectador en particular...

Esta vez, Lauren golpeó la bola lo más fuerte que pudo, siempre evitando que las chicas del otro equipo lo tuvieran difícil para atraparla al vuelo. Corrió lo más rápido que sus piernas le permitieron y, gracias al despiste que ahora atentaba con una de las chicas del otro equipo, Lauren pudo hacer su primera carrera de la noche.

Cuatro carreras después, el primer período había terminado y, tres de aquellas carreras le correspondían a Lauren, que sentía un cosquilleo en el estómago cada vez que veía su nombre en el cartel luminoso que indicaba el resultado.

El partido estuvo igualado, muy igualado, a decir verdad. Pero las esperanzas de las Wild Diamonds llegaron casi a tocar el subsuelo cuando al llegar el noveno y último período, perdían por 5 carreras.

Rob se sentó con sus jugadoras y dio unas cuantas estrategias que había planeado llegado ese momento. Unas estrategias un tanto disparatadas, pero que eran lo que necesitaban hacer para que salieran victoriosas de aquel estadio.
Una parte de la grada estaba callada cuando el árbitro indicó que daría comienzo el noveno período; la otra, festejando su adelantamiento en el marcador.

-Lauren, aún no -dijo Rob a Lauren, que había cogido su bate y amenazaba con ir a su posición y golpear, como hacía siempre, primera.

De inmediato Lauren comprendió qué era lo que Rob quería de ella y, simplemente, se sentó a esperar que Kristen y Paige golpearan primero. Lo que su entrenador esperaba, nada más y nada menos, era que, al ser Lauren la última bateadora, pudiera lograr un buen bateo y conseguir que las tres anotaran un carrera o, quién sabe, directamente un Home Run, algo que Lauren no había conseguido jamás.

Kristen se encontraba en la segunda base y Paige en la primera. Rob había arriesgado muchísimo al hacer aquello, ya que, si ahora no conseguían la carrera, le tocaría golpear a Cara, que no era demasiado buena golpeadora y perderían una oportunidad si las otras atrapaban la bola al vuelo, con lo que sólo quedarían dos más antes de que terminara el partido.

Siempre cuando más lo necesitaban, cuando la afición se había callado y sólo se escuchaba el rugido del rival, las animadoras, con Normani a la cabeza, comenzaron a gritar el nombre de Lauren, del equipo y de Miami.

El destino de la casualidad (Camren)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu