Capítulo 8

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-No pasó nada, ¿vale? -aclaró Lauren por enésima vez en menos de quince minutos.

-Es que no puedo creerte -se sinceró Dinah cruzándose de brazos. -Camila no había actuado así nunca.

-¿A qué te refieres con así? ¿Y a qué te refieres con nunca? -preguntó Lauren.

-Me refiero a que Camila ha estado rara. No rara en el mal sentido, rara en el buen sentido. Hacía tiempo que no se veía tan feliz -dijo Dinah un poco frustrada por el poco entendimiento de las chicas. -Y con nunca me refiero a nunca.

-¿Nunca... nunca? -preguntó Normani.

-Nunca, nunca -repitió Dinah.

-¿¡Nunca ha besado a nadie!? -preguntó Ally en su común tono de impresión. La gente que estaba a su alrededor se quedaron mirando confundidos, antes de volver a sus respectivas conversaciones.

Dinah negó con la cabeza.

-¿Por qué suponéis que va a cambiar conmigo? -preguntó Lauren que, en el fondo, deseaba aquello más que nada en el mundo.

Las otras tres chicas menospreciaron la pregunta de Lauren como algo que era obvio. Sin embargo, la chica de ojos verdes, pensaba que Camila simplemente estaba siendo simpática. Hacía tiempo que no conocía a nadie que fuera simpático con ella. Además, había sido la propia Camila la que confesó que le hacían bullying en la escuela y Lauren vio con sus propios ojos cómo aquel chico la agredía a la salida del teatro. Era como si tuviera un imán que atrajera a la gente que quería humillarla.

"Es normal que necesite salir con alguien que no quiera insultarla. Sí, es eso".

Lauren volvió a casa el miércoles a la hora de siempre, esperando a que dieran las 18.00 para ir a buscar a Camila. ¿Qué sería aquello tan importante que tenía que decirle? Es decir, Camila pareció frustrada las dos veces que le impidieron hacerlo, debía ser algo importante. Al menos, algo importante para ella.

Los párpados que cubrían aquellos preciosos ojos verdes comenzaron a pesar. Lauren pensó que podría dormir hasta las 17 que comenzara a arreglarse; había estado acostándose tarde últimamente debido a sus exámenes finales y haberse tumbado en la cama después de una comilona, no ayudaban a su intención de mantenerse despierta. Sin embargo, algo hizo que no llegara a cerrar completamente sus ojos y diera un salto de la cama: había olvidado por completo su entrenamiento de softball.
Rápidamente se levantó y alcanzó su teléfono móvil, que se encontraba envima de su escritorio. No quiso mandar un simple mensaje a Camila, sonaría como excusa. Así que, rápidamente, buscó en su agenda el nombre de la chica y la llamó.

-¿Diga?

-¿Camz?

-¡Oh! Lolo, ¿está todo bien? No te esperaba.

-En realidad está todo mal -dramatizó Lauren.

-¿Por qué? ¿Qué ocurre?

-Olvidé que tenía entrenamiento de softball esta tarde. El entrenador nos dejó el lunes libre, pero hoy volvíamos a la rutina. No puedo faltar, ya sabes, por eso del campeonato nacional que empieza en dos semanas... -dijo Lauren y esperó la respuesta de Camila.

-Oh... está bien, no hay problema -dijo Camila y Lauren pudo percibir un poco de decepción ante el cambio de planes. -Podemos vernos otro día, si te apetece...

-No -dijo Lauren. -Lo haremos hoy.

-¿Qué? ¡No! Tienes entrenamiento -dijo Camila.

-Pero podemos vernos después. Mi entrenamiento es a las 17 y dura dos horas, así que mientras me ducho y llego a tu casa, serán las 19.30. ¿Está bien? -preguntó Lauren, pero Camila dudó un poco. -Si te apetece, claro...

El destino de la casualidad (Camren)Where stories live. Discover now