Capítulo 31

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El sabor del primer sorbo de aquella botella de vodka no fue el mejor. El segundo tampoco. Pero al tercer buche, Lauren comenzó a sentirse algo más despejada. El dolor de cabeza que la había poseído se estaba esfumando poco a poco. La ojiverde echó un vistazo a la botella antes de enroscar el capuchón y subir las escalras de nuevo a su dormitorio agarrada a ella.
Se sentó en su cama, mirando por la ventana. El día estaba un poco gris a pesar de haber dado comienzo el verano. Pensó que quizás todo era un sueño, que algún día despertaría en sus sábanas limpias y no encontraría motivo alguno para obsesionarse con su físico; que seguiría siendo la chica popular y, a la vez, la novia perfecta para Camila. Pero, mientras su subconsciente se determinara a levantarla de aquella pesadilla, había encontrado una nueva manera de desahogarse: el alcohol.

El líquido transparente en la botella de litro la incitaba a beber sorbo tras sorbo. Se sentía bien, a pesar de encontrarse un poco mareada, se sentía como hacía tiempo que no se sentía. Entonces entendió por qué la gente llega a morir por culpa del alcoholismo o las drogas. No es simplemente el hecho de que le guste el sabor que lea produce. No es que los haga sentir en las nubes y aquello les relaje. El alcohol, las drogas, las muertes que acarrean a sus espaldas son producto de un segundo punto de vista: al anular por completo el dolor físico durante un par de horas, la gente vuelve a buscarlo una vez el efecto ha terminado y los problemas regresan. No mueren porque les guste cómo les hace sentir, mueren porque no les gusta como se sienten en la vida real.

Pero Lauren llegó a esa conclusión cuando la botella estaba medio vacía. Y no le importaba en absoluto, se la hubiera terminado por completo si no hubiera sonado su teléfono móvil en aquel instante.

-¿Diga?

-¿Lauren? ¿Estabas dormida?

-No... Sí... sí, sí, he dormido poco esta noche -contestó al darse cuenta de que Ally estaba al otro lado.

-Siento haberte despertado -dijo la pequeña con una tierna voz. -¿No te dijo Camila que habíamos quedado esta tarde? Me dijo que te diría que pasaría a buscarte -recordó.

-¡Mierda!

-Apuesto a que no te acordabas.

-Dame un par de minutos, voy a cambiarme.

La ojiverde cerró la botella que seguía sujetando con su mano izquierda y la metió en una de las cajas de juguetes y peluches que guardaba bajo su cama. Nadie la podría encontrar allí y sus padres, probablemente, jamás se dieran cuenta de que faltaba nada en el cajón "prohibido".

La chica se quitó y puso ropa nueva lo más rápido que pudo, luchando para no caer al suelo en más de una ocasión. Entonces empezó a maldecir el haber bebido tanto.

-Hola -dijo abriendo la puerta y sentándose en el asiento de copiloto. -Siento el retraso, pasé la noche con Camila y...

-No me cuentes más, ¿de acuerdo? -se adelantó Ally. -Que el señor os pille cofesadas.

Condujeron durante unos 10 minutos antes de recoger a las otras tres chicas. Normani estaba en casa de Dinah así que llegaron al Brew antes de lo que esperaban.

-Lo, ¿qué tal? -preguntó Camila acercándose a Lauren una vez habían aparcado.

-Genial -Lauren besó los labios de su novia.

Camila quiso corresponder en un primer momento, pero algo la frenó.

-¿Todo bien? -preguntó Lauren confundida, cuando los labios de su chica se posaron estáticos en los suyos.

Completamente vacilante, Camila asintió y se adelantó a paso ligero hasta llegar a Ally, que caminaba sola. Lauren no le dio demasiada importancia, quizás tampoco se acordara minutos más tarde, pues el alcohol correría por su cuerpo bastante tiempo.

El destino de la casualidad (Camren)Where stories live. Discover now