Cuidado con las bayas

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Aclaración: Este fanfic está basado en Balada de Pájaros Cantores y Serpientes, la precuela en la que Snow es joven y también en partes de la trilogía original de Los Juegos del Hambre...digamos que es un crossover atemporal (ya me dolió la cabeza con la paradoja). 

★★★

Katniss se levantó de golpe por una de sus pesadillas recurrentes. El sudor recorría su frente y sintió que le faltaba el aire nuevamente. Buscó a un lado de la cama, pero como desde hace tiempo, aquel lado que antes solía ocupar Prim ahora estaba vacío y frio. Pero está vez tenía la certeza de que sería por siempre. 

Estaba agotada de las pesadillas, especialmente porque la mayoría terminaron por cumplirse. Pero tenía la corazonada de que se acabarían aquel día por fin; cuando lograse concretar su venganza contra aquel hombre que le había arrebatado todo. 

Es verdad que su hermana Prim no había perecido por su causa en aquella ocasión. Pero de no ser por él, nada de lo que había pasado con ella y sus seres queridos, a los que ni siquiera pudo enterrar dignamente, habría sucedido.

Mirando en los ojos azules de aquel anciano en su imaginación, solo podía ver los ojos de una serpiente astuta, cuya mente estaba únicamente llena de pensamientos oscuros. La vejez no había logrado aplacar su maldad, sino al contrario, solo lo había hecho más letal y calculador. 

Katniss se preguntó si en algún momento Snow habría sido una persona normal. Una persona en cuyas venas corriera sangre caliente y no fría como la de una serpiente. Le era difícil imaginarlo cómo un bebé juguetón, un niño curioso o como un joven enamorado y alegre. 

Ese hombre nunca debió sentir algo bueno por alguien, en absoluto. ¿Verdad? El pasado de este sujeto siempre le causó curiosidad. ¿La gente mala, nace de aquella forma? Reflexionó en Gale y en su transformación aterradora. Incluso Peeta habiendo sido torturado no había perdido su escencia, como sí lo hizo el odio con Gale. Así que cabía la posibilidad de que Snow hubiese sido en algún punto alguien normal.

Sí que sentía curiosidad. 

Ella pensó que no valía la pena reflexionar en todo aquello, porque el pasado es lo que es. Así que levantó a tomar un vaso de agua, luego regresó a recostarse sobre la cama las horas que quedaban antes de la ejecución. No dormiría más porque ansiaba y temía a ese momento de la misma forma. 

Cerró los ojos, aún como si creyera que realmente podría volver a dormir como lo hacía antes de que todo fuese cuesta abajo. Antes de los juegos. 

Pero en lugar de quedarse dormitando cómo siempre, entró en un profundo sueño. 

Escuchó unas voces, y hasta creyó estar por un momento en una sala de hospital. Había estado en suficientes como para reconocer el olor a alcohol para heridas y los sonidos de médicos entrando y saliendo frenéticamente. Esperaba no haber tenido una emergencia médica inesperada. 

No pudo abrir los ojos, pues los tenía vendados. Además sentía la lengua y el resto del cuerpo dormidos. 

«—Creo que la Doctora Gaul trabajó duro en esto, pero no puedo dejar que sean humanos está vez —dijo una enfermera al parecer—. ¿Podríamos dejarla en un sitio eriaso a las afueras de la ciudad sin que nadie lo note...?» 

No escuchó nada más. Asumió que era algo así como un sueño lúcido; uno muy raro. Pero soñar con hospitales sería lo próximo en su lista. 

Despertó muchísimo después, de forma aún más brusca que con la primer pesadilla. 

Creyó que se había quedado dormida y que la ejecución habría sido retrasada por su culpa. Nada le molestaría más que aquello.

Quiso quitarse la sábana de encima rápidamente, pero no había tal cosa sobre ella. De hecho, no estaba en una cama; ni siquiera en un lugar bajo techo. Bajo su cuerpo había una extensa pradera vacía y poco más allá se veía una ciudad similar al capitolio, pero más pequeña.

Jugando con NieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora