Como la nieve con azúcar

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El viento había hecho que el clima cambiara de la suave y cálida brisa del Capitolio a un frío bastante insoportable, a medida que los cuatro caminaban por el sendero de la montaña. Era la más pequeña de todas y la más accesible, a comparación de las demás.

Coriolanus estaba menos que encantado con el paisaje. No tenía nada abrigado, por lo que solo traía una camiseta vieja pero en buen estado. Tenía frío, pero no se lo iba a decir a nadie, tenía una reputación que cuidar. Lo que lo delataba era la mucosidad que salía de su nariz por el frío, así como su cara enrojecida.

—Coryo, debiste traer una chaqueta al menos —lo regañó Sejanus.

—No tengo frío, no sé de qué hablas.

—Claaaro. Y tú, Tigris ¿Tampoco tienes frío?

—Me olvidé de traer algo más abrigado…—Tigris respondió, avergonzada. En realidad no tenía abrigo tampoco.

Sejanus le prestó su bufanda a Coryo, pero este la rechazó, y a Tigris su chaqueta que la aceptó con gusto.

Katniss estaba con una libreta y un mapa en la mano, subiendo por las escarpadas y las piedras enormes cubiertas de nieve. Hace ya varias horas, desde el amanecer que estaba buscando ese sitio. Era un lugar que después se conocería como la única forma segura de llegar al Capitolio de otra forma que no fuera subterránea. No era práctico para un ejército o un grupo grande de personas, pero sí para un pequeño grupo de tributos fugitivos.

—¿Cómo llegamos aquí? ¿Qué buscamos exactamente? —preguntó Snow.

Coriolanus no era confiable cuando se trataba de fugitivos, rebeldes y problemas de distritos, así que Katniss no le diría nada de su plan de buscar a Peeta allí cuando fuera pertinente. Tenía la corazonada de que él iría hacia ese lugar cuando salieran de donde estaban ocultos.

—Sólo quería ver si todo seguía igual que cuando yo nazca...

—¿Curiosidad, solo eso, en serio? —refunfuñó.

—No tenías por qué venir, igual tu compañía sobraba.

Sejanus y Tigris se largaron a reír detrás al escuchar eso.

—Oye, Snow, no trates mal a Katniss. Bien podría ser tu nieta. Es una posibilidad, ¿no crees, Tigris?

—Mmm, ahora que lo dices, me parece que tienen ciertas facciones parecidas…

Coryo y Katniss pusieron una expresión de horror al escuchar esa broma de mal gusto. Tanto fue así, que los otros dos tuvieron que retractarse de inmediato.

Aunque al principio confesarles todo había sido un caos y preocupaciones, ahora el ambiente estaba más relajado. Sejanus y Tigris eran confiables, o al menos no harían nada malo con intención de lastimarla. Pero por si las moscas también se había ahorrado algunos detalles. No había necesidad de crearles desconfianzas.

El pequeño Plinth por su parte, estaba mareando a Katniss con sus incesantes preguntas sobre el futuro; a veces ella se veía tentada a responderle de una forma en la que no volviera a abrir la boca o darle un golpe, en cualquier caso, se callaría de una vez.

—Pero, ¿yo estaré vivo en el futuro?

—No lo sé.

—Dijiste que Coryo está vivo y es presidente. Pero también que es malo. ¿Cómo es eso posible? Mi primo es un rollito de canela.

—Sí, en el futuro será un rollo de canela pestilente que lleva dos años caducado. Sin ofender, Coryo —respondió Katniss, mientras buscaba un buen lugar donde los tributos podrían esconderse.

Jugando con NieveWhere stories live. Discover now