Odio más allá del tiempo

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—¡Maldito seas, Snow! ¡No dejas de perseguirme ni en mis pesadillas!

—¡¿Qué se supone que estás haciendo, mujer?! —exclamó, intentando quitarse el fuerte agarre de la chica. 

—Tendré el placer de matarte dos veces el mismo día…

Al tacto el cuello de la camisa se sentía suave, aunque ligeramente gastado. La espina de la rosa roja que Coryo traía enganchada, le hizo una magulladura que dolió en la mano de ella. El pequeño dolor se sintió demasiado real para ser una de sus pesadillas. Y si no lo era, entonces, con mayor razón quería acabarlo. 

Sejanus intentó quitársela de encima a su amigo. Si bien Coriolanus no era tan débil, no estaba en su mejor momento y Katniss era una persona entrenada bajo la dureza de la vida. 

—¡Señorita, creo que te estás confundiendo! ¡Coryo no te conoce! Es de una familia respetable…¡Te ha salvado la vida!

Tal vez Sejanus tenía razón. Quizás tuvo la mala suerte de llamarse y apedillarse igual ¿No? Era lo más lógico. 

—¡¿Quién eres entonces?! Tienes los mismos ojos de ese maldito…¿Eres su pariente? —dijo, mientras le apretaba con más fuerza. 

—Mis parientes están bajo tierra. También mis padres y abuelos. No sé a quién odias con tanto empeño, pero no he de ser yo. ¡Ahora suéltame!

Katniss se quedó petrificada, arrodillada sobre el suelo y mirando los azulejos, mientras soltaba al muchacho. 

—Pero entonces ¿Dónde estoy…?

—No lo sé, pero te ayudaremos a averiguarlo…Lo siento amigo, ten paciencia, tal vez el veneno siga haciendo estragos en tu sistema…—dijo Sejanus. 

—Sejanus…eres demasiado buena persona. Y si sigues ayudando a gente loca, algún día terminarás muerto. De veras te lo digo —interrumpió Snow, intentando recuperar el aliento.

—No la llames así. Quizá está enojada porque eres el mentor de Lucy Gray. Puede que sea una pariente de ella o una amiga cercana.

Snow se volteó bruscamente hacia la chica. Sus rizos siguieron el movimiento de su cabeza. 

—¿Es eso, niña? —Fingió una voz más suave, a pesar de su enfado.— Porque si es el caso debes saber que Lucy Gray está bien y planeo hacerla ganadora de los décimos juegos. No morirá. Es una promesa. 

—¿"Décimos Juegos"?

La cara de perplejidad de ambos confirmaba su teoría. Si no se había vuelto lo suficientemente loca, podría asegurar que estaba en el pasado. Después de todo, Lucy Gray era un mito urbano del distrito 12 y una de las únicas ganadoras de los juegos en muchas décadas, para ese mismo distrito. Qué más podría re-confirmar toda su hipótesis que ver al mismo Snow, con toda la juventud y lozanía de su lado. Sin duda era el mismo tipo; tenía sus mismos ojos y lo conocía lo suficientemente bien como para que su falta de vejez no la engañara. 

Pero algo no cuadraba. ¿Por qué Snow apadrinaría a una chiquilla del distrito 12 y salvaría a otra de la picada de una serpiente? Él sabía distinguir a alguien de un distrito marginal, lo que significa que tenía contacto suficiente con otro de allí. Hasta dónde sabía…Snow odiaba los distritos, odiaba el 12; destruyó el 12. 

O lo haría en el futuro. ¿Por qué? 

—¿Por qué me salvaste? —preguntó, encontrando de inmediato tonta su pregunta, pues claramente él no tenía idea de quién era ella. Aún faltaba mucho para su primer encuentro.  

—Pues…te veías perdida y en problemas. Y te pareces mucho a mi tributo. Digamos que encendiste mi instinto protector. Es todo —respondió, ya más calmado y levantando la vista. 

Jugando con NieveWhere stories live. Discover now