Regreso a la realidad

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“Vive por los dos” ¿Que insinuaba con eso, que se iba a rendir? Eso no sonaba a Snow.

Pero Katniss no tuvo oportunidad de decirle nada ni ayudarlo a salvarse de los agentes de la paz. Solo se quedó ahí mirando con horror hasta que desapareció completamente.

Despertó exaltada, demasiado. Sus ojos estaban dilatados y sus gestos aterrados asustaron a Haymich. Ya había visto eso un par de veces y no era buena señal. Él intentó calmar el creciente ataque de ira de Katniss, que no paraba de gritar y golpearlo sin entender lo que pasaba a la primera. Una parte de su mente seguía en el laboratorio de la doctora Gaul.

—¡SNOW! —exclamó varias veces el nombre, hasta que Haymich sostuvo su rostro para calmarla. Con suerte no necesitaría un calmante.

—Oye, escúchame…estás a salvo ahora.

Ella temblaba ante la impresión que el viaje ocasionó, pero hizo un gran esfuerzo por no perder la cordura y escuchar a Haymich.

—¡No debiste sacarme! No aún…—se lamentó cuando hubo adquirido conciencia de su entorno—. Dime qué al menos lograste sacar a Peeta…

—Aún no. ¿Estaba él contigo?

—No, pero está bien.

—¿Por qué gritabas de esa forma?

—Yo no lo recuerdo…—dijo, hasta que sus memorias se refrescaron. Ahora solo podía ver la sonrisa melancólica de Snow y se sentía terrible por abandonarlo involuntariamente. Miró a todos lados, desorientada— Snow, ¡Tengo que volver, tengo que volver por él!

Haymich estaba preocupado, su mente no estaba completamente estable en ese momento, por lo que le dió un sedante.

—Vamos, quiero sacarte de aquí antes de que Coin se de cuenta de que te saqué. No queremos eso todavía, hasta que te hayas recuperado —dijo, sosteniendo a la chica entre sus brazos.

Katniss asintió, no había forma de resistirlo, mientras él sedante hacía efecto rápidamente y su mundo se volvía completamente negro.

Cuando despertó estaba en una casa del Capitolio, algo deteriorada por todo el caos. Seguramente perteneció a alguna familia adinerada que huyó durante el asalto. Pero a Katniss le dió la ligera esperanza de que fuera la casa de Coriolanus o al menos la de Sejanus.

Por supuesto que no era.

Ahí estaba su madre, con los ojos llorosos, indecisa de si acercarse o no. Solo puso un paño tibio en su cabeza y le sonrió cálidamente.

—Bienvenida, mi preciosa hija.

Ella levantó la cabeza para ver mejor a su madre. Ahora le traía recuerdos agridulces, pero inconscientemente estaba feliz de verla de nuevo.

Su mente aún estaba confundida y sus pensamientos hundidos en una neblina espesa. Solo podía pensar en que se habían llevado a Snow.

—¿Dónde está Snow? —preguntó con los ojos cristalizados.

La Señora Everdeen estaba algo confundida por esa pregunta, pero luego asumió que era otra de sus pesadillas recurrentes. Le acarició el cabello, notando que ahora estaba corto, pero sin decir nada al respecto.

—Está encerrado, donde debe estar. Nunca más va a hacerte daño, mi cielo —susurró despacio para calmar a su destrozada hija, luego le besó la frente y se alejó rápidamente.

Los ojos grises de Katniss se pusieron algo rojizos por las lágrimas contenidas al oír eso. Claro que su madre se refería al presidente Snow, no a Coryo. Pero esto era un recordatorio para ella de que nunca más vería a esa persona.

Jugando con NieveWhere stories live. Discover now