Cámaras

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Livia Cardew era la clase de persona que se creía indestructible. No importaba lo que hiciera, siempre los demás terminarían adaptándose a sus caprichos.

Ni ella misma estaba segura del por qué había hecho eso con el chal de Coryo. Había sentido el impulso de causarle daño y no podía esperar a ver su cara en vivo y en directo. Obviamente, no esperó que en vez de esa satisfacción recibiera un puñetazo de Katniss en el pómulo izquierdo.

Su pómulo y buena parte del ojo se habían inflamado y tornado morados como una berenjena. Así hubiera terminado completita de no ser que los agentes de la paz escucharon su grito y agarraron a Katniss antes de que le siguiera pegando. Ahora estaba en la sala de espera de la enfermería, con un trozo de filete en la cara para bajar la inflamación. El otro ojo estaba inflamado de tanto llorar, mientras sus compañeros que estaban en la academia contemplaban su pobre estado desde lejos.

Clemensia estaba cruzada de brazos junto al ascensor, hablando con Coriolanus de los eventos que recién habían acontecido y del escándalo que había fuera con los medios. Coryo se rascaba la nuca mientras Clemensia hablaba, pero realmente no le estaba poniendo demasiada atención en ese momento.

«Katniss, Katniss, ¿dónde está Katniss?» era lo único que podía pensar, mientras buscaba con la mirada entre la multitud «¿Por qué se tardan tanto en la oficina?»

—¿Snow? ¡Tierra llamando a Snow! —exclamó, asustándolo— ¿Sabes qué pasó? Livia puso el grito en el cielo. La prensa está afuera.

—Pensé que no querían mala publicidad del Capitolio…

—Pues, un poco de farándula no hace daño para distraer a la gente.

—¿Farándula? —preguntó perplejo.

—Míralo de esta manera. Ahora no solo eres el mejor de la clase, sino que eres un chico deseable por el que dos mujeres pelearon.

—Clemensia, primero que nada, eso no contó como pelea porque Livia no tenía oportunidad contra Prim. Y segundo, ellas no se estaban peleando por…mí afecto —dijo, un poco sonrojado pero intentando mantener la compostura— Sino más bien porque Livia me hizo algo horrible.

Coriolanus sostuvo con fuerza contra su pecho la bolsa plástica  en la que tenía su chal húmedo, ya que después de pegarle a Livia, Kat se lo había recuperado. Ahora no olería a rosas, sino a detergente para ropa, pero seguiría existiendo y era algo que no podía pagarle a la chica. Puede que su acción haya sido poco sensata y atrajera la atención a su persona. Pero, sinceramente, ¿cómo podría reprocharle algo a Katniss después de que haya defendido un bien tan preciado para él? Literalmente, Katniss podría cometer un genocidio y aún así no podría odiarla.

Solo pensar en eso le daba una presión en el estómago, pero lo asoció al nerviosismo por el problema que tenían.

Clemensia asintió y sonrió.

—Entiendo, pero ellos no piensan lo mismo —señaló afuera.

—Ya no me importa lo que esos imprudentes digan. Solo espero que no molesten a Prim con estupideces…—dijo, mirando con impaciencia por la ventanilla de la oficina.

—La prensa es lo de menos. Recuerda que le pegó a Livia Cardew…

Katniss salió de la salita donde la tenían detenida los agentes de la paz, para llevarla a una comisaría. Tenía el pelo enmarañado y el vestido algo arrugado con el ajetreo.

Coryo corrió hacia ella para ver si estaba bien. Estaba demasiado descuidada y temió que quizás los guardias hayan sido demasiado bruscos con ella.

—¡Prim, ¿estás bien?!

Jugando con NieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora