Regreso

1.7K 290 302
                                    

—¡Oh, ¿pero qué pasó aquí?! —exclamó Betee, escandalizado.

—Pregúntale a Katniss —respondió Gale, molesto intentando levantarse del suelo. 

Katniss ignoró absolutamente a Gale tirado en el piso y se acercó corriendo a Coriolanus, haciendo que por poco todos imaginaran que iba a lanzarse a sus brazos o algo así. Su ansiedad era tal, que no supo cómo manifestar sus emociones en ese momento. ¿Era correcto estar tan feliz? Sí, se respondió a sí misma. ¿Era apropiado el afecto físico? No lo sabía; sin embargo era algo que su cuerpo y mente le pedían a gritos. Quería darle un abrazo a Coryo y tal vez algo más si no hubiera tratado de pensar en lo absurdo que era eso.

—¡Estás bien! —exclamó, con su voz rasposa y emocionada como una niña a la que le regalan un dulce— ¡Estás perfectamente bien!

Snow le dedicó una sonrisa satisfecha de su emoción, pero sin mostrar los dientes. No había algo más poderoso para derretir su frío corazón que verla así de contenta por su bienestar. Más que nada verla una vez más cuando supuso que era el fin, fue más que suficiente.

Haymich se asomó por la puerta perplejo por el escándalo. Quedó aún peor al ver a Coriolanus mirando con tanto afecto a Katniss. Él sospechaba que la chica había tenido unas aventuras alocadas en el pasado, pero no esperaba algo así de alocado. Y eso que aún no sabía la identidad del joven.

—¿Es el alcohol o soy yo…?

Coin se abrió paso entre la multitud curiosa que poco a poco iba llegando al laboratorio, con Plutarco a un lado juzgando la situación en silencio. Ella dió un vistazo rápido a la esquina donde la máquina estaba dando sus últimos destellos tras su uso y se dió una idea de lo que pudo pasar.

Sus ojos cruzaron la habitación hasta Coriolanus y su sangre pareció helarse. Nunca había visto a ese muchacho y ya había decidido que lo odiaba porque su apariencia era demasiado familiar para ignorarlo.

—¿Qué pasó? ¿Por qué tanto escándalo? —preguntó a todos los de la habitación, con una voz autoritaria que rebotó en las paredes.

Gale se sacudió la ropa y apuntó con el dedo, aún lastimado por la pelea, a Ava.

—La mocosa puso una muestra que no era de Peeta.

—De seguro no lo hizo a propósito —dijo Betee.

—Oh, claro que sí. No lo hizo sin ayuda. —Miró con desaprobación a Katniss.— Por alguna razón quiso traer a este sujeto aquí.

—¿Quién eres tú? —preguntó Coin a Coryo. Sus palabras salieron con dureza de su boca, mostrando de antemano su desconfianza.

—No tienes que responder eso. —Katniss notó la entonación hostil y se puso ligeramente cerca de Snow y delante de su cuerpo, luego instintivamente le tomó la mano y la apretó con fuerza.

Coryo sintió que su pecho iba a explotar de la emoción; su corazón envió una descarga eléctrica a sus brazos y hombros. Era una sensación de preocupación y euforia que no conocía de cerca. Era la primera vez que sentía tales emociones tan poderosas por alguien. Por todo aquello, él también apretó su mano contra la fría mano de Katniss, con fuerza pero con gentileza.

Definitivamente este contacto era lo mejor que le había pasado hace mucho.

—Necesito una explicación de inmediato de esto, soldado Everdeen. Y usted, señor, más le vale que tenga modales y se presente por nombre y apellido.

—No lo hagas. No digas nada.

—¿Es usted su abogada, solado?

Katniss no respondió, solo la miró con seriedad, los labios apretados y la mirada encendida.

Jugando con NieveWhere stories live. Discover now