Tiempo de ser honestos

3.6K 444 269
                                    

Peeta estaba ahora sentado en una piedra mirando al otro lado de la fogata que había hecho Finnick. Acababa de despertar de su desmayo, y aún no reaccionaba del todo. Mientras el pelirrojo se daba vueltas, buscando una y otra cosa entre la oscuridad apenas iluminada por el fuego.

—Peeta, Peeta, Peeta…de todos los lugares, no esperaba volver a verte en una alcantarilla.

—Yo…no sé si estoy teniendo una pesadilla. Debe ser eso, otra alucinación —dijo, más para sí mismo, mientras se agarraba la cabeza.

—¿Tantos años y aún las tienes, panadero? Que triste —dijo, luego le enseñó sus músculos que ahora se notaban menos— Pero esto es real, soy muy real. Claro, ya no estoy en mi prime…pero, tampoco está tan mal. ¿Verdad?

—Nada mal…—opinó Lucy Gray, sin quitarle los ojos de encima al desastrado pero aún apuesto Finnick, luego volteó hacia Peeta —...digo, para ser un vagabundo que come cosas de dudosa procedencia. En realidad es más guapo que todo mi distrito incluso en estas condiciones. Y que mi ex, sobre todo que mi ex.

—¿Pe…pero cómo es que estás con vida?

Finnick masticó el muslo de su rata asada y lo tragó antes de seguir hablando.

—La verdad, tampoco lo sé…

—¿Y por qué dices que pasaron “años”? No moriste hace tanto…Lo que acabo de decir no tiene ningún sentido.

—Pues según mi calendario he pasado, al menos, tres años en este lugar —dijo suspirando.

—¡¿Tres?! 

—Sí, supongo que no llevas tanto aquí, panadero. Y con aquí no me refiero solo a la alcantarilla, sino a este lugar en general. —Dibujó con el dedo un círculo para dar énfasis a su afirmación— ¿Te pasó lo mismo que a mí?

—No lo sé, tu dime.

—Después de lo que pasó en esa alcantarilla, en vez de morir, desperté en un hospital del Capitolio, pero no como los recordaba ¿Te suena familiar?

—Absolutamente. Creí que era un mal sueño.

—Yo creí que de manera milagrosa había sobrevivido y ahora estaba siendo atendido por los rebeldes. Pero, cuando me di cuenta de que no era así, tuve que huir por mi vida. Una mujer a la que llaman Gaul, me trajo al pasado y yo no era más que un conejillo de indias del Capitolio por segunda vez.

—¿La vigilante en jefe? ¿Está delirando, verdad? —preguntó Lucy Gray.

—Silencio, niña arcoiris, estoy intentando contar mi historia…

—Uh, su nombre es Lucy Gray Baird, es una amiga. Lucy Gray, él es Finnick Odair, un viejo amigo del distrito 4.

Finnick saludó y estrechó la mano de Lucy Gray Baird, luego miró a Peeta con desprecio por su último comentario.

—¿A quién le dices viejo? En fin, como te iba diciendo: me negué a ser un juguete de Capitolio otra vez y escapé. Me siguieron durante días, supongo que fuí un descubrimiento importante, pues evitaban dispararme. Finalmente, logré entrar aquí y perderlos completamente en los túneles a la salida del Capitolio.

—¿Lograste salir del Capitolio y aún así te quedaste?

—Este no es nuestro Capitolio, Peeta. No tengo ni la menor idea de cómo salir. A lo mucho logré ir a un bosque detrás de las montañas…pero hay demasiada fauna no amigable y en ese momento estaba solo. Preferí enloquecer aquí junto a los peces coi y las ratas.

Incluso con mal olor que emanaba del cuerpo sucio de Finnick, Peeta se abalanzó a darle un enorme abrazo amistoso. Ya había caído en cuenta de que lo que estaba viviendo era absolutamente real, y que el chico del tridente estaba tan vivo como él.

Jugando con NieveWhere stories live. Discover now