Con olor a prémulas

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Casca se sacudió la ropa del polvo que quedó tras la caída. No se iba a estar quejando frente a un montón de jóvenes lo mucho que le había dolido, o que su pierna aún estaba sangrando. Con la certeza de que no era mortal, no se preocupó demasiado.

Lo único que esperaba era no tener que dar muchas explicaciones sobre por qué estaba en la cima de un árbol con su alumno.

—¿Qué está haciendo usted aquí, señor? —preguntó Tigris.

—¿Yo? Oh, sí…yo. Pues, vine a hablar con Coriolanus.

Highbottom era peor mentiroso que él, pensó Snow, evitando mirar al decano a los ojos para no levantar sospechas. Aunque también estaba curioso de cuál era la verdadera razón para estar ahí.

—¿Cómo supo que estábamos aquí?

—En realidad estaba dando un paseo cuando lo encontré. Pero eso no importa, Lady Tigris. Lo importante es que lo encontré y aún mejor, la encontré a usted.

—¿A mí? —preguntó con una voz suave.

—Por más que este ser…digo, su primo, dígase cabeza de la familia Snow, ambos sabemos que en realidad quien administra todo es usted —dijo, sacando un fajo de dinero en efectivo que ninguno de los presentes a excepción de Sejanus había visto antes—. Coriolanus hubiera ganado los juegos si no se hubieran cancelado. Esto es suyo, no es tanto como el premio Plinth, pero…es una indemnización.

Coryo tenía muchas preguntas. Demasiadas de hecho. Aunque una de ellas ya estaba respondida. Ese dinero era de Highbottom, no tenía obligación de dárselo, y claro, no se lo daría a él directamente pues su confianza no era demasiado grande aún, sino que lo entregaría a su prima con la excusa de la indemnización. La razón era simple: quería que la familia Snow pagara su deuda.

—¿Es una broma? —preguntó Sejanus.

—No, por supuesto que no. Sé que Lady Tigris hará un buen trabajo invirtiendo ese dinero. Por supuesto, esto solo es un tercio. Lo demás estará en la cuenta de la señorita Snow mañana temprano —dijo el decano.

Snow quedó perplejo y tardó en reponerse de ese sentimiento de shock.

—Pe-pero…¿Cuál es el truco? —preguntó, aún sin saber cómo reaccionar.

Highbottom se volteó y lo miró a los ojos, esta vez con una mirada más suavizada. No podía concebir que hace un día atrás jamás habría hecho algo como eso. Pero la conversación sincera había abierto un poco su vista, para mirar más allá de su rencor. Pudo ver a Tigris como una mujer joven que tuvo que crecer antes de tiempo, cuidar de un niño que no era suyo, a una anciana loca y hacer quién sabe qué para llevar comida a casa. Su odio hacia Crassus Snow había infectado a toda su familia, que no tenían mucha culpa. Y si bien Coriolanus no era de su completa simpatía, al final solo era un adolescente viviendo una mentira.

—¿Había truco detrás de salvarme la vida, señor Snow?

—Pues, no. Usted nunca daría una recompensa por eso, menos a mí.

—Ahí está su respuesta. Usted no jugó con trucos ésta vez y yo tampoco lo haré —respondió, con los ojos algo enrojecidos—. Ahora con permiso, tengo que volver a la academia.

Katniss lo agarró de la capucha con fuerza, evitando que se fuera. Él la miró con recelo e intentó liberarse.

—¿A dónde cree que va?

—De regreso a la ciudad, suéltame. —Tiró su abrigo.

—No pensará que alguien aquí lo dejará irse solo después de que casi se convierte en la botana de un oso.

Jugando con NieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora