Celebración de invierno

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Snow y Johanna estaban cada uno de un lado de la larga mesa servida. Katniss y los demás mirándolos en silencio y constante expectación de que la chica le lanzará uno de los cubiertos al rostro.

Haymich bebía una copa mientras contemplaba la escena divertido, para la irritación de Effie.

—Gracias por aceptar la invitación a cenar. Odio las cenas en este departamento…la mesa es demasiado grande para mí.

—Pudiste haber elegido un mejor momento e invitados que se lleven mejor.

—Nah, este es el mejor momento y los invitados son una maravilla.

—¿Sabías lo que había pasado, verdad, anciano? —preguntó Johanna.

—Sip.

—Estúpido. Aún así no dijiste nada.

—¿A Coin? Habría mandado discretamente a colgar a Katniss y a nosotros, probablemente.

—No a ella. Me refería a mí.

—Lo siento, pero eras la más felíz con las ideas macabras de Coin.

—No, ya no. Un par de meses me sirvieron como un paño frío.

—No se notó —dijo Snow, haciendo alusión a sus heridas.

—Eso porque no la conoces —Haymich comentó.

—¿La princesita Snow ahora tiene palabras aquí?

—Al menos no me comporto como un salvaje.

—Audaz de tu parte hablar sobre ser salvaje después de todo lo que has hecho.

Snow guardó silencio tras esa afirmación. Por un momento había olvidado dónde estaba y con quién estaba hablando.

—Hey, cálmense. Si los traje aquí no fue para que se pelearan más. Johanna quería explicaciones y quiero darle una que la convenza realmente. ¿Podrían ayudarse un poco?

Coriolanus dejó el tenedor con la pasta aún enrollada a un lado, mientras miraba a Johanna con sus ojos felinos sobre él. Estaba conciente de que si realmente hubiera querido, ya lo habría entregado.

—Les debo una disculpa a todos aquí —dijo, tragando lo poco que quedaba de su orgullo—. Se lo he dicho antes a Katniss, pero creo que todos ustedes no lo han escuchado directamente. Les he hecho un daño irreparable. No puedo pedirles que me perdonen, no es algo que puedan pensar en hacer siquiera, porque no puedo devolver nada de lo que han perdido. Solo puedo prometerles que llevaré esto como una pesada carga el resto de mi vida…

—Pues dudo que baste —respondió Johanna.

Katniss levantó la cabeza, pareciendo algo ofendida con los demás, que no dijeron nada, pero entendiendo sus sentimientos.

—Si me hubieran preguntado hace un tiempo que opino de esto, diría que lo quiero muerto o al menos lejos de mí; que merece pagar lo que ha hecho. Pero hoy, Johanna, te aseguro que no tiene ningún sentido hacerlo pagar por pecados que no cometió. —Katniss suspiró mientras hablaba, mientras miraba de vez en cuando a su plato lleno.— Coryo no mató a Rue, no te torturó ni torturó a Peeta, no purgó a los estilistas ni lanzó las bombas, tampoco creó los Juegos y…no masacró a sus familias ni al distrito 12. En cambio, salvó mi vida y me enseñó a ver más allá del daño que las personas me han hecho, me ha hecho reír y jugar como una niña de nuevo. Tengo muchas cosas que agradecerle.

—Katniss, no es necesario que me defiendas…—interrumpió, con la voz entrecortada.

—No te estoy defendiendo, solo digo la verdad. Tú no arruinaste nuestras vidas. Y por mi parte al menos, no aceptaré tus disculpas porque no son necesarias. Quien me dañó fue otra persona. Yo confío en ti.

Jugando con NieveWhere stories live. Discover now