Mucho de qué hablar

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La habitación ardía debido a la intensidad de la hoguera que Coriolanus había encendido. Sin embargo, Katniss a penas sentía el calor y su piel aún estaba entumecida.

Él no podía creer lo rápido que la chica había vencido al veneno. No podía quitarle los ojos de encima. Estaba pálida, pero con su vitalidad completa y sus ojos grises con el mismo brillo de siempre; concluyó rápidamente que el contraste de los ojos brillantes con aquel rostro moreno y cejas oscuras, la hacían parecer irreal. Admitió para sí mismo que había conocido mujeres de apariencias diversas en su vida, algunas con mucho atractivo, pero ninguna cómo esta. No era su apariencia lo poco común, ya que como Gaul había dicho, se parecía a medio mundo en la Veta del 12, sino que era su fortaleza interior lo que le hacía imposible dejar de verla.

Era algo intenso, y hasta cierto punto desconocido. Había sentido atracción hacia Lucy Gray cuando la vio, pero no pasó de ser un pequeño coqueteo en medio de circunstancias hostiles. Esto en cambio, era rarísimo y desconocido, hasta lo hizo sentir débil y vulnerable. No sabía en que gaveta poner ese sentimiento.

Por eso se habían desviado sus pensamientos del problema principal, eso y también el hecho de haberse puesto apodos. Fue un momento raro, pero entrañable.

—Tenemos mucho de qué hablar… —dijo Snow, tosiendo— Pero si quieres recupérate primero.

Él estaba un poco sin aliento, mientras se sentaba en la camilla nuevamente. El calor de la chimenea lo estaba asfixiando.

—Yo no soy la que está tosiendo como anciana…¿Te picó la serpiente también?

—No, tengo tos hace un tiempo. Quizás sea asma…Hemos pasado inviernos duros en casa.

Decía la verdad. Un par de veces había tosido sangre, pero no le dijo a nadie para no incurrir en un gasto extra en la clínica.

Snow cerró los ojos un momento, algo atragantado por la tos. Katniss se puso de pie y con algo de lástima le llevó una botella de agua.

—Deberías ver un médico. Eres muy débil…—Frunció los labios, en el fondo no quería reconocer que oírlo toser le preocupaba.

—Si lo comparas contigo, cualquier mortal es débil. Lúcida y como si nada después de una hipotermia.

—Le llamo fuerza de voluntad y sed de venganza. Aunque admito que mis manos aún están heladas…

—Impresionante. Supongo que es porque estás acostumbrada a una vida dura en el distrito 12.

Katniss levantó una ceja. Por supuesto, estaba esperando demasiado de Snow. Por cada cosa buena que decía lo arruinaba con un comentario clasista o xenofobo.

—Idiota —dijo, mientras caminaba hacia la puerta.

—Bueno, sí, lo siento. Necesito aprender a cerrar mi boca, al menos contigo…Perdón, no debí decir eso.

La chica regresó sobre sus pasos y le quitó la botella para tomar agua ella misma.

—Tengo sed y olvidaste pasarme la botella cuando estaba agonizando—dijo, bebiendo todo lo que quedaba—. No es lo que dices el problema. Diría más bien que es lo que pasa por tu perversa mente.

Él sacudió la cabeza frenéticamente, casi ofendido.

—No pienso cosas sucias. Nunca le he faltado el respeto a una chica, ni siquiera en mi mente…—dijo, ligeramente sonrojado.

—No me refería a eso, tarado. Me refiero a lo que piensas de otras personas en general. Es como si a quienes apreciaras, en realidad solo los ves como objetos.

Jugando con NieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora