Pesadillas

3.6K 431 105
                                    

Tigris guío a una atónita Katniss por los pasillos de la maltratada mansión, mientras que Coriolanus las seguía de cerca, vigilando que su abuela no estuviera por los alrededores.

Subieron a la habitación de Tigris, que de paso daba espacio a su modesto taller de trabajo. Al parecer desde siempre había tenido aquel interés por la moda y la estética. Saber que ese fue su sueño desde joven y que su querido primo lo había destruido en pedazos, invitaban a Katniss a golpear brutalmente con una lámpara al chico rubio que estaba en el umbral. 

—Querida, mi abuela tiene algunos prejuicios de anciana —comentó la prima de Snow—. No te lo tomes personal. Coryo no contaba con que yo no puedo ocultarte aquí por siempre. 

—Lo sé. Solo será una noche —dijo Snow. 

—¿Y después qué, primo? 

—Sejanus va a cuidarla. 

—¿Estás seguro de eso? 

—No… La verdad es que los agentes de la Paz están rodeando su casa por causa de Gaul —admitió. 

—¡Ves, Coryo! No podemos dejar a Prim a su suerte —dijo, tomando amablemente de los hombros a Katniss.

—Pues, tenemos problemas con ocultarla de la Abuelatriz. Preferirá que la entierren a…—No quiso terminar la frase para no herir la sensibilidad de Katniss. 

—Si le damos buenas excusas para estar aquí, no tendremos que ocultarla. Tranquilo, déjamela a mí…la dejaré como una niña del Capitolio en un dos por tres. Mi jefa me dió algunos vestidos antiguos para remendar, puedo vestirla. 

—¿Tigris…?

La chica se puso a correr como loca a través de la habitación, buscando entre sus cajones los vestidos que sí eran de su propiedad. Katniss no se atrevió a interrumpir aquella extraña escena. En lugar de ello se quedó parada un minuto junto a Coriolanus al otro lado de la puerta. 

—Ella es buena, demasiado para mí gusto —afirmó el rubio. 

La voz de Snow se escuchaba tan similar a la del Snow que ella conocía, solo que en una entonación más jovial. Katniss odiaba eso; odiaba que Coriolanus le hablara. 

—¡Lo tengo! Aquí está, querida. Es precioso, realmente hermoso. Algo anticuado pero debería ser lo suficientemente bonito para confundir a mi abuela. Te dejaremos para que te cambies en mi habitación…¡Vamos Coryo, deja de verla como a una intrusa! —exclamó Tigris, mientras arrastraba a su primo de la oreja.

—Gracias, Tigris —respondió Katniss, aún aturdida al verlos bajar las escaleras.

El vestido en cuestión era muy anticuado para la época en la que Katniss vivía; al menos para los estándares del Capitolio. Era similar a los que usó su madre en algún momento de su vida, cuando aún tenía algo de dinero. También se parecían un poco a los vestidos que usaba Madge. Este sin embargo era de color verde con encajes dorados. 

Se lo puso rápidamente, cómo preparándose para salir corriendo en cualquier momento. Quería hablar con Tigris cuando hubo terminado, pero los primos Snow habían desaparecido del perímetro al parecer. Dejó la puerta abierta por si alguien aparecía. 

Aprovechó para sentarse sobre la cama de Tigris, que a pesar de ser vieja, estaba limpia y ordenada. No resistió en recostarse un momento, para respirar y digerir todo lo que estaba pasando. 

—¡Esto es solo un mal sueño! Despertaré y estaré en casa, justo a tiempo para darle con una flecha a Snow justo en el pecho…—dijo, estirando los brazos— Abriré los ojos y todo estará bien. Volveré a ver a todos…incluso a ese estúpido gato…sí, esta pesadilla terminará…

Jugando con NieveWhere stories live. Discover now