Sonido de un Snow aplastado

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El polvo que levantaban los escombros al caer, estaba inundando la nariz de Katniss. No podía ver mucho, hasta que sintió a Coriolanus jalándola del brazo con toda su fuerza para quitarla del camino de un cimiento que estaba por quebrarse debajo de sus pies. Aterrizó al otro lado de la grieta, dándose un raspón en la mejilla, debido al torpe movimiento de Snow, pero que de alguna manera había evitado que cayera al vacío que ahora estaba en medio.

La confusión y el caos había hecho que perdiera de vista a todos, tributos y mentores, así como a los agentes de la paz que los custodiaban. Y lo más importante, había perdido a Peeta, sin todavía saber si era una burla de su imaginación.

—¡Peeta! —gritó, aterrada de que un escombro lo hubiera lastimado.

Miró a varios tributos corriendo entre la niebla, pero solo sus figuras, apenas podía distinguirlos. Ninguno de ellos era Peeta, tampoco Lucy Gray.

Se levantó rápidamente hasta el punto de marearse un poco. Se imaginó la desesperación de los mineros que murieron junto con su padre hace tantos años. Esto le pareció muy similar.

Aunque ella se había salvado, el paradero de Coriolanus fue un misterio cuando el polvo siguió haciendo de lo suyo. Pensó que tal vez la tierra se lo había tragado. Sintió algo de culpa al ver que él la había ayudado de alguna manera a no caer en la grieta.

Escuchó el llanto de la niña tributo, Wovey, quien se acercó entre el polvo y los escombros. No la conocía en absoluto, pero no pudo evitar abrazarla cuando se acercó.

—Todo estará bien, tranquila…

—Quiero ir a casa…

Katniss también quería ir a casa. Pero aquí estaba, en esa maldita arena otra vez.

—Wovey, ¿Viste al amable hombre del pan?

—Sí, están por allá, con el pajarito cantor.

Levantó la vista y avanzó para ver si podía localizar a Peeta entre los escombros y el polvo. Pero en vez de eso, vio a Coriolanus tumbado boca abajo con un pedazo del coliseo encima.
Se veía terriblemente vulnerable en ese estado, su vida nunca había sido tan frágil a los ojos de Katniss como lo era en ese momento. El hombre que le robó su vida, ahora estaba por perder la suya. Pero ella no sintió alegría en ese pensamiento. No quería a Snow muerto, no así, no ahora.

—¡Snow, maldito bastardo, ni se te ocurra morirte! —gritó, corriendo como una loca hacia su posición.

—¿Prim? ¿Por qué sigues aquí? —preguntó, realmente confundido y con una voz que apenas podía oírse.

Ella ni se molestó en responder algo, pues puso toda su fuerza en quitar los pedazos de metal de la estructura que yacía. encima del chico. Logró empujar mucho, cuando escuchó la voz de Peeta llamando su nombre.

—¡Katniss, Katniss! —él también corrió hacia ella, con Wovey y Lucy Gray detrás de él.

Los agentes de la paz comenzaron a abrir fuego hacia algunos tributos, al ver que algunos corrían hacia la entrada. No había tiempo para abrazos dulces y reencuentros, menos explicaciones.

—¡Peeta, sácalas de aquí! ¡Ahora! ¡Váyanse de aquí, no es a mí a quien quieren!

—Pero…

—¡Te veré después, ahora corre!

Lucy Gray se acercó para intentar ayudarla con los escombros, a lo que Katniss le pegó en las manos para alejarla y la empujó hacia Peeta.

—¡Si quieres ayudarlo, mantente viva! —exclamó, haciéndola retroceder aún más.

—Katniss, ve con nosotros, ¡Hay que huir! ¡¿Qué haces?¡ —exclamó Peeta, desesperado— ¡Él te dejaría morir aquí sin dudarlo!

Jugando con NieveWhere stories live. Discover now