Strawberry [EunHae]

4.

De entre todas las actividades físicas que existían en la amplia gama de deportes, correr era la única que Lee DongHae en serio detestaba con todas sus ganas. El dolor en los muslos y las plantas de los pies le empujaba directamente a una apatía que no conseguía controlar provocando que su desgaste se volviera el doble de irritante. No obstante, últimamente esa era su única salida cuando se trataba de evadir problemas. Correr y no mirar atrás. Correr hasta que la garganta le ardiera entre la acumulación de aliento que se aferraba a pescar con tal de salirse con la suya. Así fue durante gran parte del trayecto en el que su objetivo principal era alejarse lo más posible de un edificio donde sentía que se resguardaba la dinamita que amenazaba su supervivencia.

Los lentes se le empañaron casi desde el inicio dado que el nerviosismo le provocó transpirar haciendo que su maquillaje peligrara si tan solo se le ocurría pasarse una mano por la frente y las mejillas con tal de secarse esa sensación pegajosa. El sol golpeaba el costado de su cuerpo. La única con la destreza de seguirle al mismo paso era su sombra. Dado el estrés de su intento de fuga no aguantó más el engorroso bloqueo visual de su parche por lo que, cinco minutos después de salir despavorido por la puerta principal de Gaen-ar, se lo retiró agresivamente como antes hizo con sus gafas.

El tono amoratado que antes acompañó la hinchazón poco a poco se iba deshaciendo hasta suavizarle el escandaloso golpe que ahora sólo reflejaba una tintura leve posterior a la mancha oscura que todavía se podría considerar alarmante en caso de querer pasar desapercibido. Al tocarse ya no dolía como al inicio. Contrastando su dolor físico con el del corazón éstos a veces variaban demasiado. Hae no entendía cómo equilibrar del todo su recuperación emocional con la física. Pues mientras la primera progresaba gracias a los cuidados y atenciones rigurosas y sistemáticas en cuanto a medicinas y visitas con el médico, su corazón no podía recibir el mismo trato dado que su propio sentir muchas veces se le salía de las manos.

Pretender que hubiera inmunidad en su ser dado el ambiente en el que andaba salía sobrando. Las cosas se volcaban para dejarlo suspendido y sin defensa alguna. Imposible. Claramente necesitaba procesar los sucesos sin que la inundación de emociones le asfixiara su lado más crítico y relfexivo. Eso le ayudaría a tomar una postura para saber cómo recibir cada inconveniente. Por ahora, era evidente que el primer acercamiento iba a ser un desastre, aunque no pensó que de ese calibre. Y si antes tenía ya muchas dudas encima en esos instantes su cabeza no paraba de recrear pensamientos, deducir ideas, reflexionar comportamientos, analizar gestos y recordar palabras.

¿Por qué, si durante la conferencia Hyukjae y HyunWoo estuvieron actuando con una serenidad envidiable, apenas él apareció en el perímetro todo se alteró para revelar los extraños comportamientos de un par de sujetos que prácticamente se desconocieron en el primer segundo? Definitivamente esa era la definición exacta de: manzana en discordia. ¿O sería, más bien, "duraznito en discordia"? DongHae guardaba un conflicto que no se apaciguaba por mucho que deseara controlarlo con sus aspiraciones a tres tiempos. Cuando dejó de correr hubo más control en la forma en la que procesaba lo acontecido.

Desde que ingresó a la sala para toparse con la presencia del pelinegro, hasta la última conversación que entabló con esos dos donde casi parecía que bastaba con soplar a uno u otro para que la flama se les encendiera y se lanzaran a los golpes. ¿O sería esa mucha sobre interpretación de su parte? ¿Qué tal si sólo estaba imaginando cosas extrañas? También podía darse el caso de que HyunWoo estuviese confabulado con Hyukjae para entrometerse nuevamente en su vida. ¡Eso sería terrible! Y es que no buscaba inculpar a Hyuk de algo que no le correspondía, no obstante, confiar en HyunWoo y su cercanía con él era como confiar en el cazador que busca tenderle la mano a su presa, pero que, por detrás, guarda el arma con la que no se tentará el corazón para dañarle.