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Comúnmente la mala postura al dormir es asociada con dolores musculares, aunque también otros factores se ven implicados dando como resultado un malestar adjunto a componentes de carácter crónico tales como los problemas de circulación o los respiratorios. No obstante, muy poco se habla de la pesadilla como resultado inicial en la ilusión del descanso que da pie a otros padecimientos en el ser humano. Es decir, provocando que, al despertar, éste descubra que encuentra más fatigado que antes de ir a la cama.

Así le sucedió a Lee DongHae.

Tendido casi a los pies del colchón halló el único amparo de su siesta momentánea sin molestarse por la incomodidad de su posición. La cerviz le martillaba de forma consecuente. Las pinchaduras le venían de repente y casi avertía que la espalda se le quebraba con el siguiente suspiro. Pero ahí continuaba. En un estado de consciencia y surrealismo donde, sin abrir los ojos, guardaba la ilusión distorsionada de que una sombra fluorescente se tendía a unos centímetros de su cuerpo.

Quería estirar los dedos para alcanzarla. Imposible. Éstos no le respondían. Nada se movía. Sus extremidades cosquilleaban como si tuvieran el propósito de ponerse en marcha. Algo le decía que en cualquier segundo se levantaría. Que conseguiría mover un pie para desenredar el otro. Se enderezaría y volvería a activarse para seguir en lo suyo.

Desgraciadamente nada sobrevenía. La cabeza de DongHae obraba a mil por hora. Escuchaba una vocecilla susurrándole por el costado. La otra llegando desde atrás. Y varias de ellas intercalándose. Él entendía lo que le decían. Pero al instante olvidaba todo. Sus muecas no cesaban. Las que creía hacer mientras escuchaba aquel distorsionado diálogo. Como encender el televisor en mitad de la noche y dormir con el lejano ruido de una película llena de agitaciones, gritos, estruendos e intermitencias. Así era el reposo del castaño. Una revolución que lo incomodaba, pero no lo dejaba libre. Y que tampoco le consentía despertar.

¿Y cómo hacerlo? ¿Cómo escapar de su mente? DongHae se repetía en el fondo que necesitaba abrir los ojos. Entonces, le punzaba un costado de la sien. Le ardía el abdomen y sus brazos dolían como el infierno. Creía revivir momentos del pasado. Palabras de injuria que lo lastimaban. Y como si tuviera una cinematográfica emplazada en la imaginación, de repente todo se detenía. Recorría en un parpadeo los escenarios que componían su existencia Se le mostraba la parte más dócil de sus memorias alteradas por la somnolencia.

Jugaban con su cabeza.

Él corriendo en una carretera sinuosa y empedrada. Que en ocasiones se deshacía bajo sus pies y borraba el camino. Aunque no importaba del todo. Porque él continuaba huyendo. La oscuridad era monstruosa. Le asustaba y lo intimidaba. Pero DongHae no se detenía. Tampoco es como si pudiera. Bajaba sus ojos experimentando una rara despersonalización en la que él mismo se veía corriendo desde fuera. Se repetía que ya no podía más. Que estaba cansado. Que estaba harto. Pero algo le impedía para.

Andando. Sudando. Tropezando.

Los pies le arden y la piel se le congela, pero nunca se detiene. Sigue saltando las ramas que se caen por el sendero lúgubre de sus recuerdos. Su vereda se vuelve agresiva. Le provoca toser y encogerse. Pero no se detiene.

Escucha el viento moviendo las hojas de un par de arbustos que se asientan a los lados. Él los explora visualmente a destiempo. Nota que éstos nunca se quedan atrás. Parece que corre en una caminadora. Él avanzando. Su alrededor estático. Entonces acelera. Le lastiman los tobillos. Algo rasga sus zapatos. Descubre que está descalzo. Quiere reducir la velocidad. Su garganta se incinera. Empieza a toser. Bruma blanca sale de su boca. Ahora está más helado. Se revela desnudo. Su piel escose. Algo lo roza. Llegan los rasguños. La brisa le raspa. Cada gotita de rocío lo fractura. Se siente goteando. No sabe si es sudor o sangre.

Strawberry [EunHae]Where stories live. Discover now