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Día 5. Miércoles

—¿De verdad no tienes problema con eso, Hae? No quiero aprovecharme de nuestra amistad si te incomoda. Sabes que si rechazas la invitación queda todo bien entre nosotros —.

—¡Kyu, deja de preocuparte! —gruñó Lee DongHae apartando sus ojos de Bolita.

Las caricias en el pelaje del animal también se detuvieron ya que el escritor desvió su enfoque a la pantalla de la laptop. El perro no desaprovechó su momento especial. Inicialmente el escritor no tenía compañía, pero como buen intruso, Bolita quiso tomar protagonismo al subirse en el regazo de su dueño apenas lo descubrió tomando asiento en la sala. Forzosamente el humano con olor a vainilla se vio en la necesidad de colocar la computadora en la mesita de centro; dejando como prioridad las atenciones que su cachorrito le pedía en esos momentos.

Así, envuelto en calidez y mucho cobijo Hae se mantuvo escuchando a su amigo por medio del ordenador, pero también miraba a Bolita que se enroscaba entre sus piernas y que, en caso de sentir que los mimos en su cabeza se detenían, empujaba la punta de su nariz en la mano del humano para que éste no se tomara tantos descansos.

—Me preocupa que sean groseros contigo —.

—Tu madre es muy linda —defendió Hae para que Kyu dejara de autosabotearse con sus inconsistentes y tediosos pensamientos.

Era natural. Repleto de exámenes y tareas no sorprendía que Cho se amontonara de insufribles resoluciones. Habría evadido la invitación al cumpleaños de su madre de no ser porque ésta se manifestó insistente en tenerlo en casa durante dicha ocasión. Era acceder o esperar a que continuara buscándolo todas las tardes al teléfono a sabiendas de que KyuHyun requería contestar siempre las llamadas dado que bien se podía tratar de un pedido en la cafetería.

Los ataques de la mujer eran, por así decirlo, más sutiles que los de su padre. Aunque no por eso dejaban de ser pesados. Y en cierta forma también estaba de por medio la misma debilidad de KyuHyun. Siempre que se trataba de esa persona él cedía a pesar de lo mucho que le conflictuaba ir en contra de sus ideales que le hacían prometer firmeza y rigidez al momento de accionar.

De igual manera creía que ya llevaba mucho evadiendo el suceso. Por respeto y meras consideraciones hacia una familia de la que obviamente nunca podría desentenderse aún si estuviera deseoso de ello hizo un acuerdo consigo mismo de realizar dos visitas anuales a sus padres sin importar lo mucho que quisiera resistirse. La primera, correspondiente al año nuevo coreano en el que mamá sacaba sus mejores atributos en la cocina. Lugar donde a veces, casi siempre, ellos conseguían entenderse y adoptar un momento de paz y tregua que no ameritara sacar discusiones viejas y sermones que Kyu se sabía de memoria.

La segunda, relacionada con el cumpleaños de mamá donde regularmente el repostero se nublaba entre mayores conflictos de los normales. Y es que no sólo incumbía con el momento en el que su madre aprovechaba para saber de él y atenderlo como si ningún problema se hubiese desatado en la familia Cho estando consciente de que pocas cosas se le negarían al ser ese su día especial. También significaba convivencia con el resto de los parientes a los que KyuHyun aborrecía encontrarse. Todo era presunción en esa reunión. Por eso, en el presente año quiso valerse del empalme de sus fechas de exámenes con la fiesta para salir librado del evento.

Pero, claro, su madre siempre fue persistente. Y no descansó hasta tener seguridad de que Kyu la visitaría llegado el momento. Bien podía el muchacho satisfacerla con una respuesta para luego fallarle, pero si algo tenía Cho KyuHyun entre sus venas era la definición de compromiso. Así que, aún si su madre no lo hubiera buscado, seguro él se habría resignado a que debía cumplir con su parte del trato o no estaría conforme consigo mismo.

Strawberry [EunHae]Where stories live. Discover now