7.

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[recuerdo]

Sus ojos nunca estuvieron tan hinchados como en ese instante. Las aspiraciones nasales servían poco para calmar el estrés. Si acaso daban pie a que se regeneraran sus impulsos por volver a emitir un jadeo que le pesara en el fondo del alma. Ocasionalmente buscaba moverse de lugar mientras inhalaba y exhalaba a tres tiempos con tal de tranquilizar sus nervios. Pero de nada servían los intentos de distracción. En cuanto se detenía por un breve instante ante la falta de fuerzas la mente se le ofuscaba para transportarle a los recuerdos y memorias que no tenía ganas de repasar en sus adentros.

El esfuerzo que intentaba hacer estaba a la orden. Lastimosamente no era de gran ayuda. Los titubeos de su corazón le provocaban una fragmentación en la que, por un lado, quería ansiosamente resignarse, pero, por otro, la frustración y la tristeza lo agobiaban para arrancarle jadeos que trataba de contener.

Ya no quería llorar más. No tenía energía extra para eso.

Además, lo veía casi imposible considerando que gran parte del día anterior estuvo tumbado soportando los ardores en los que sólo terminaba culpándose a sí mismo. Las circunstancias fueron crueles, pero él pensaba que tal vez debió de dar un poquito más de sí mismo. Algo que lo volviera fuerte e indestructible.

Realmente lo fue.

Sin pensar que todavía existía un ser humano que conseguía debilitarlo sin siquiera estar cerca.

El sonido del timbre hizo que abandonara el rato de vacíos que lo estaban hundiendo más y más en la desesperación. La soledad de sus alrededores quebró sus cimientos de piedra y los volvió un cristal. Aun así, trataba de encontrar el vigor para no desmoronarse por cada paso que dio al caminar hacia la entrada.

Sosteniendo el pestillo de la puerta vio cómo sus últimos indicios de fuerza se fugaban hasta dejarlo en el abandono total. Le pesó como nunca tirar del muro para abrir. No esperó a que la otra persona frente a él le saludara pues sus ojos bajaron sin ser capaz de soportar el sentimiento que le estrujaba por dentro y lo demolía para dejarlo en trocitos.

—¿Hyuk? —formuló Tami dando un paso hacia él con toda la cautela posible. Creyendo vagamente que su estado tan lamentable se debía a los rastros de la bebida. No obstante, él no olía a alcohol.

Se atrevía a pensar que su hermano no había probado ni una gota de aquel líquido porque tampoco hacía falta. Los sentimientos que le emergían, por lo tanto, debían ser lo suficientemente fuertes para tenerlo así. Vulnerable y desecho sin recurrir al alcohol.

Byung se detuvo justo detrás de ella. Supo que lo que menos quería su hermano era dar explicaciones por lo que, con un paso que esquivó a la mayor de los Lee, se posicionó a escasos centímetros del otro y lo abrazó envolviéndole la cabeza con una mano.

Hyukjae se quedó rígido y sin mover un solo dedo a pesar del contacto físico.

Tami seguía mirándolos de cerca. Pero inesperadamente subió una de sus manos a la boca para cubrirse a sí misma tratando de no hacer un sonido de sorpresa al escuchar a Hyukjae al que, con pesadez e interferencias, se le fueron saliendo débiles sollozos mientras sostenía a Byung por la cadera.

Ayuda. Desahogo. El calor.

Es que ellos jamás lo vieron de esa manera. Sin poder explicar ni decir lo que le puso en ese estado porque apenas quebró la barrera de la vergüenza debido a su estado se le descontroló el llanto para quedar ahogado sobre el hombro de Byung.

—Él —exclamó como única interferencia a mitad del desastre—. Él está con alguien más... —.

Y es que en su interior siempre pensó que ese niño era libre de rehacer su vida si es que eso deseaba. Pero escuchar la forma en la que lo hacía. Conocer los detalles. Saber cada paso de esa relación... Eso lo estaba hundiendo.

Strawberry [EunHae]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz