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Atónito. Más que eso. Desprevenido. Lee DongHae intentaba comprender el acontecimiento en el que acaba de verse envuelto. Pero rápido notó que era demasiado para que su cabeza perdida consiguiera retomara el rumbo. Por cosa de varios segundos se desentendió del entorno sólo para enfocarse en la escena frente a él. Como si sus ojos y su capacidad de escuchar se hubieran borrado. Nada existía. Nada irrumpía. Las voces y las miradas de esos tres eran lo que lo tenía rendido y sin poder emitir comentario o queja alguna.

El hombre acuclillado frente a dos pequeñitos que intentaban mantenerse a salvo suavizaba su tono con la urgencia necesaria para regresarles la calma. Principalmente a la niña más enérgica de los mellizos y quien, hasta el momento, no paraba de observar a Hae como la amenaza que podría herirlos si es que se descuidaban. Ella los protegería. A su hermanito, a papi y a todo aquel que cayera en las garras del señor malo.

Hyukjae intentaba secar las lágrimas del niño tímido que, a diferencia de su hermana, apenas si emitía una o dos palabritas mal pronunciadas para recibir la atención necesaria. Incluso en la postura de sus diminutos cuerpos eran tan distintos. DongHae no sabía exactamente qué estaba sintiendo.

Porque una parte de sí empezaba a derrumbarse ante la palabra "papá" que la bebé no dejaba de repetir. Por otra, un sentimiento raro e inesperado le nació ante la imagen de esa persona que se deshacía en expresiones dulces, sonrisas suaves y miradas de amor por el par de hermanos. Debería detestar el estar frente a él, sin embargo, la parte más dócil del castañito también se maravillaba por ese comportamiento en "papi Hyuk".

¡Él! —dijo la nena mientras su hermanito era consolado por caricias cortitas en su espalda por parte del sujeto adulto. Las oscuras pupilas de Hyuk se elevaron para conectar con los ojos de un DongHae que casi sale huyendo dado que la pequeña apuntaba con su dedito hacia él—. ¡Él lo hizo llodar! —.

El estómago del escritor, no obstante, cosquilleó. Porque, contrario a lo que creyó que vería en Hyuk en cuanto se prestaran un mínimo de atención (es decir, una suerte de enojo e incomodidad por lo que sucedía) no hubo mas que una especie de brillo complicado de descifrar. Pero vaya que removió hasta lo más mínimo en su interior.

Lee Hyukjae no parecía observarlo. Sino admirarlo. Como si quisiera decir algo, pero su boca estuviera atorada. Independientemente del motivo por el que estaban ahí reunidos Hae sintió que Hyuk quería decirle millones de cosas con ese breve intercambio. Y claro que su atención inicial era la de consolar a los pequeñitos. No obstante, era innegable que, en cuestión de cautela, a Hyukjae le importaba menos que alguien descubriera lo mucho que podía rendirse con sólo tener al frente a ese chico. Ni siquiera hacía intento de esconder su emoción por cruzarse con quien, aparentemente, acaba de hacer llorar a los gemelos.

—Es... es un malentendido. Quería saber por qué estaba llorando y entonces... entonces... —pero nada ayudaba a que él se defendiera. Esos tres pares de ojos le hicieron sentirse acorralado.

La niña tenía el ceño fruncido ante la acusación de la que estaba completamente segura. Hyukjae no paraba de mirarlo en silencio confundiéndolo hasta en el más mínimo movimiento. Y el otro bebito, con sus ojos llorosos, le analizaba con una curiosidad que le hacía parpadear casi en el mismo estado de ánimo de su padre. El pequeño se talló un ojo mientras su mohín se volvía a pronunciar. DongHae ya no pudo dejar de mirar a este último porque, de los tres, fue el único que tuvo valor para acercarse a él. Hyuk no se lo impidió. Estaba muy interesado en conocer las intenciones del bebé.

¡Binnie! ¡No vayas con él! ¡Es malo! —dijo la niña escondida detrás de Hyuk. Con sus dos puñitos bien aferrados al saco azul oscuro del hombre al que nada más le hacían falta un par de gafas de sol para denotar que iba directo a una pasarela de moda.

Strawberry [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora