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De lo poco que aún se visualizaba en su rostro dada la escasez de luz en la sala había mucho por cuestionar y temer a pesar de la ausencia de expresiones. Una de las características más puras y significativas de una persona como Lee Hyukjae que vive sin algún tipo de malevolencia que prepondere en la tranquilidad de sus días es que, ante la más mínima falta de reacción, se debe desconfiar de lo que seguramente estará maquinando en sus adentros.

Se transformaba en un ser humano irrefrenable bajo tales circunstancias. Por lo mismo, sabiendo sobre dicho lado explosivo cada vez que perdía los estribos, optaba por mantener el control siempre que su estabilidad se percibiera amenazada por los tropezones cotidianos.

Esto no concierne a una cuestión de represión en la que se obligase a fingir relajación a pesar de los deseos por detonar. Sencillamente Hyuk no veía caso a complicarse por un simple descuido. Es decir, aquello que para cualquiera fuera motivo para romper en aspavientos iracundos se volvía una motivación en Lee Hyukjae para analizar el inconveniente desde el punto de vista más positivo. O, dicho de otra forma, el menos desagradable.

¿Qué sería de la vida si constantemente se le acogía desde la tragedia? Es cierto, esta característica suele traer sabor e intensidad a cualquier tipo de acontecimiento. Pero también prescindir de ella es una necesidad. Descansar al alma de los malos ratos y disfrutar el momento es parte de, precisamente, sobrellevar los encontrones desagradables que depara la secuencia de la vida.

Hyukjae, conjuntamente, estaba provisto de aspectos que lo limitaban para no dejarse apagar a pesar de los pronósticos poco favorables que cargaba consigo tratándose de determinados temas en los que, a simple vista, llevaba todas las de perder.

Para que se entienda mejor, hacer que el pelinegro perdiera el control requería más que una simple provocación. Dado su sentido del humor y esa personalidad vivaracha que lo caracterizaba desde que era solo un niño, aquello que pudiera provocar un desprendimiento de su lado razonable era, más bien, abordado a partir de su personalidad juguetona y burlesca.

Conforme Hyuk creció se dio cuenta de que el camino más certero para salir victorioso de una rabieta era enfrentar a su contrincante a través la risa. Porque el hecho de reducir a nada las quejas de cualquier sujeto por medio de una carcajada era tan satisfactorio y fructífero que, como un absurdo, repentinamente le otorgaba la victoria. Ya sea porque se le reconociera como alguien de mentalidad ágil frente a situaciones de extremo peligro o alguien estúpido que se atara la soga al cuello para meterse en problemas donde, de vez en cuando, se ganaba una que otra golpiza.

"Ganar" en el sentido de tener que soportarla pues, claramente, Hyukjae de estúpido no tenía nada. En caso de ser necesario sabía bien cómo defenderse. Cómo meter las manos para que su rostro saliera ileso. Cómo esquivar para no terminar con el abdomen magullado de puñetazos. Y, en el caso más extremo, cómo contraatacar para desfigurar al otro y hacerle ver que sus sonrisas y sus bobas reacciones nada tenían que ver con la capacidad de fuerza en el impulso de sus puños.

Así que, para que Hyukjae de verdad se mostrara en una situación en la que fuera de temer por su ira había que hacer infinidad de cosas hasta obtener el resultado esperado a sabiendas de que nada bueno habría detrás de un sujeto risueño, alegre, cariñoso y tan cálido como lo era aquel tipo. Más aún en la actualidad en la que se le desenvolvió un grado de madurez admirable.

Pero si algo había que le encendía el fogón de su tremendo aguante en cuestión de un parpadeo era que se metieran con sus seres más preciados. Su familia, por encima de cualquier cosa, ameritaba que aquel hombre mostrara los colmillos sin temor a atacar o a lanzar el primer mordisco que inmediatamente tiraba a matar.

Strawberry [EunHae]Where stories live. Discover now