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El primer mensaje que el castañito recibió de Lee Hyukjae no sólo causó la bulla de sus amigos dada la inesperada noticia de que, durante la reunión del fin de semana, intercambiaron números para estar en contacto, sino que también trajo consigo los raros efectos del contacto que se respiraba aún más intenso que durante épocas universitarias.

El texto no abrigaba un gran trasfondo. Si acaso el motivo porque el tenía a todos a la expectativa era el emoji en forma de corazón que acompañaba a ese "buenas noches, duraznito". Y que hubieran jurado que Hyukjae utilizaba por primera vez entre todo su listado de íconos para adornar unas cuantas palabras.

El suceso estaba maquillado por múltiples motivos para ser considerado como excelso. Porque, a pesar de lo poco o mucho que hubiera entre ellos a partir de ese momento, se respiraba un hálito distinto en el escritor propio de quien ha sido extraído de la realidad para ser sumergido a una dimensión completamente fantasiosa y surreal.

Los chicos ciertamente no husmearon en la privacidad del castaño. No se atrevieron, por ejemplo, a espiarlo cuando estuvo con Hyukjae. Tampoco se apresuraron a preguntarle más allá de lo debido. No obstante, los presentes a la cena llegaron al consenso mutuo y silencioso de que algo aconteció en entre ese par durante el rato que pasaron juntos.

Los vieron ingresando al comedor tomados de las manos.

Vieron a los gemelos interviniendo en su apego para pedir urgentemente a DongHae que se sentara en medio de ellos.

Casi podría jurarse que se le vio a Hyuk haciendo una mueca de resignación porque tampoco creía viable ponerse a pelear con sus sobrinos.

Esto, a pesar de su inconformidad, no le impidió retirar la silla para que Hae se sentara con los hijos de Tami. Tuvieron que soltarse las manos no sin antes de que el pelinegro le dijera algo al oído que hizo sonrojar a Lee DongHae de una manera clara y floreciente para el discreto público.

El postre trajo un ambiente familiar que parecía de cuento. Los amigos de Hyuk empataron bien con los amigos de DongHae. La familia Lee hizo su buen trabajo anfitrión llenándolos de consideraciones incluso en el cierre de la pequeña cena. Y ya para el final Tami dio un leve discurso en agradecimiento por la presencia de aquellos que compartían un momento memorable con ella y su esposo.

Adorable. Incluso hasta ese momento decidieron valerse de sus artimañas para echarle una mano a Hyuk. Aunque, al menos los más allegados a ellos, deducían con mucha facilidad que tanto alboroto tenía que ver enteramente con la presencia de uno de los invitados a quien, por cierto, los gemelos raptaron con sus sonrisitas y sus conversaciones que bien integraban a dicho sujeto.

No se supo sobre el intercambio de números sino hasta que, llegados al apartamento casi a la media noche DongHae se detuvo tras el primer paso que dio para salir del elevador y, hablando en voz alta, leyó el mensaje atrayendo la atención del resto de hombres que le dieron su espacio desde el inicio.

Resulta que Hae estuvo disperso desde que subió el auto para volver a casa. Se le vio distraído con sus ojos puestos en la ventana. Aspirando buenas cantidades de oxígeno que le hacían elevar suavemente sus hombros y el pecho; presa de una tranquilidad que se le notó con prontitud.

Kim Heechul, quien estuvo absorto a las reacciones de su amigo, le vio sonriendo sin darse cuenta.

Gracias al tenue reflejo de la ventana y acompañado por las luces titilantes de la ciudad a tales horas lo descubrió elevando los costados de su boca. Los ojos perdidos afuera, aunque sin enfocar algún punto a consciencia. Después la vergüenza.

Cada vez que Hae se daba cuenta de lo que le pasaba intentaba relamer sus labios, morderse el inferior e inhalar con los ojos cerrados como para controlar las reacciones involuntarias de su cuerpo. Sus manos, cabe mencionarlo, puestas sobre su regazo se posaban una encima de la otra. Al parecer, la de arriba acariciando despacio a la de abajo. Recorriendo a ciegas los lugares donde antes Hyukjae depositó su calor gracias a que se entrelazaron durante buenos minutos. Los suficientes para que Hae sintiera una especie de frío desolador en el momento en el que tuvieron que cortar el contacto.

Strawberry [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora