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—Descansa, ¿si? —

—Te llamo mañana. A primera hora... Cuando despiertes... es decir... temprano... No tan temprano porque no quiero interrumpir tu sueño, pero te... em... yo... —.

—Shh —el dedo pulgar descansó en los labios de quien casi caía de rodillas en el duro suelo de no ser porque ahí, precisamente en la cresta de sus más locos sueños y aspiraciones, se colocaba una pisca de sensatez y juico—. Está bien. Lo entiendo —con la punta de la nariz DongHae le delineó la línea tan fina de su mandíbula. Hyukjae aspiró hasta más no poder. Molesto de que su capacidad corporal no le dejase obtener una totalidad del aroma de su acompañante. Seguía sin poder moverse. Todo él se volvió torpe. No obstante, verle sonriendo a tan solo milímetros de su rostro provocó que sus enojos y reclamos internos fueran automáticamente silenciados por el júbilo—. Te estaré esperando... —

La contestación fue acompañada por un asentimiento conciso y poco visible que únicamente captaron los involucrados en la conversación conducida por susurros, monosílabos y caricias colmadas de gentileza. De un lado, la alta y rígida figura de un hombre con la cabellera más oscura jamás vista, poseedora de los reflejos perfectos donde se trazaba la coordinación sublime entre piel y melena evitaba a toda costa mover uno solo de sus dedos a pesar de que éstos le cosquilleaban y palpitaban luchando con el anhelo incontrolable por aferrarse al otro.

Y, por el costado contrario, la silueta de un escritor que intentaba ponerse en puntas con tal de modular la altura adecuada al momento de rozar sus labios en unos pómulos que se calentaban de manera involuntaria ante cada toque. Con dos manos deslizándose por el rostro firme y tenso de quien nunca buscó corresponder a los arrumacos.

Y es que esta persona, es decir, el pelinegro Lee, sabía que necesitaba establecer un control antes de volverse loco. Seguía en el estado más profundo de desconcierto y abandono de sí mismo. Con todo dándole vueltas y sus sentidos nublados siendo nada más el olfato y el oído los que le funcionaban. El primero, para deleitarse con la esencia de la piel que lo rozaba. El segundo, prestando atención a los detalles auditivos que correspondían con el ritmo cardíaco propio y la profundidad en la que él mismo o el otro respiraban intentando controlar la agitación que casi se dispara si tan solo se hubieran dejado llevar en esos momentos.

Después de "el besito", DongHae no dudó en abrazar a Hyukjae por el cuello importándole poco que el otro hubiese dejado sus brazos vencidos a los lados. Sin responder a nada. Ni a los abrazos, ni a los apretones, ni a cada toque que el castaño esparció entre sus mejillas. Hyuk se veía como alguien a quien le acababan de robar el alma. No respondía, no decía gran cosa. No hacía intento de ir más allá porque, en el fondo, aún intentaba procesar el hecho de que acababa de tener el primer beso con Lee DongHae después de dar todo casi por perdido.

La despedida fue una última mirada proveniente de esta misma persona quién aún en el filo de la puerta se tomó el tiempo de examinar atrás una última vez. El chico de cabellos achocolatados cobijó el pómulo de quien no entendía aun lo que estaba pasando para, con su mano, proveerle de un cobijo que le concedió volver a la realidad por un segundo. Además, aprovechó dicho contacto para acariciarle por debajo de la zona del lagrimal viendo el momento exacto en el que esos dos ojos que lo perseguían con una dilatación exquisita de pupilas que daban muchísimo de qué hablar se cerraron ante él. El rostro giró despacio. La nariz quedó entre las líneas de la suave palma. Sitio exacto en el que el hombre aprovechó para respirar con toda la calma y la precisión que le fueron posibles.

Grabándose en la memoria la nota exacta de olor que se formaba en el centro de un todo. Dulce y suave. Maravilloso como para ser olvidado. Único. Tan único que ante el abandono ineludible se sintió desterrado de su hogar y tuvo que centrarse de nuevo en lo que le concernía. La puerta del apartamento se cerró titubeante frente a él.

Strawberry [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora