CAPITULO VEINTICINCO

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L~

Pasó ya una semana y hoy tengo que hacer una exposición de física sobre Issac Newton, muy interesante pero me estresan las exposiciones ya que como es el último año tengo que hacerlas lo mejor posible ya que un pequeño error me baja la calificación.

Al llegar al salón me siento en mi puesto y llega Chris apoyando sus manos de mi mesa e inclinandose un poco en mi dirección.

— ¿Estudiaste?— Pregunta con expresión neutral pero con su mirada particular de cariño.

— Si— Digo con orgullo— ¿Y tú?

El niega con la cabeza.

— Es que estuve hablando con Martha y la conversación estaba súper genial.

Se me olvidó contar que Martha y Chris están intentando algo.

Y es que hacen bonita pareja, Marta es hermosa y Chris el hombre más guapo de todos.

El profesor llega y a los minutos empiezan las exposiciones.

Llegó mi turno y estoy súper nerviosa.

Me levanto y me presento y empiezo a hablar y explicar mi tema con la mayor fluidez posible.

Cuando termino recibo aplausos de emoción de todos y una felicitación del profesor.

Ahora que lo recuerdo hice la mejor exposición de mi vida.

El profesor me informa que saque 10 y llama al siguiente alumno.

Al salir de clases espero a Tiffany en la salida del instituto.

A los minutos se acerca a mi tan radiante y perfecta como siempre.

Hoy habíamos quedado en ir a mi casa a charlar Sin hacer nada malo— aunque depende de si está rubia me tiente o no—

Al llegar abro la puerta con mi llave con un muñeco animado de Freddy Mercury, lo cual Tiffany al verlo le pareció tierno. nos adentramos y cerré la puerta detrás de mi.

— ¿Qué quieres hacer?— Pregunto nerviosa.

— Está muy bonita tu casa— Dice Tiffany admirando el lugar.

Olvide que es la primera ves que la traigo.

— No es una mansión, pero si es acogedora— Digo acercándome a ella.

— Amo las casas así. Vivir en mansión es horrible— Dice y suelta una pequeña risita.

Que linda.

— ¿Por qué no te gustan las mansiones?— Pregunto dudosa.

—Son muy grandes y poco acogedoras.

Tiene razón, de que demonios sirve tener una enorme casa si solo viven tres personas.

— Cambiando de tema— Digo tranquilamente— ¿Quieres ver una película?

Ella asiente con una sonrisa de oreja a oreja y nos vamos a la cocina a hacer palomitas.

Luego de un rato colocamos las palomitas en la mesita al frente del sofá y Tiffany se recostó en el mientras yo elegía la película.

—¿Has visto cincuenta sombras de Grey?— Pregunto con cara pícara.

— No— dice con inocencia.

Coloco la película y me recuesto a su lado.

A mitad de la película estábamos abrazadas pero Tiffany estaba medio traumada.

Al terminar la miro a los ojos, y ella tiene una expresión súper cómica.

—¡Razón tenía para irse! ¿Quien castiga así a alguien? Veía tiernos a los pianos, antes de que la golpeara con eso— Dice traumada.

Río a carcajadas con su ocurrencia.

—¿Y porque muestran eso en televisión? Es demasiado explícito. Y... ¿Por qué tienes esa película?

— Porque es muy bonita— Digo tranquilamente y ella me ve con horror.

No puedo evitar reírme.

Luego de un rato que a la rubia de le pasará el trauma subimos a mi habitación.

Al entrar yo me siento en la cama y ella se dirige a mi closet a husmear.

— Tienes mucha ropa de color negro— Dice con la mirada puesta en el armario.

— Si, el color negro es lo mejor— Digo con orgullo.

Ella saca una camisa y se va al baño, y al minuto sale con su uniforme en la mano y mi camisa puesta en ella.

Le queda como un vestido.

Se ve hermosa.

Me mira con una sonrisa espléndida y se acerca a mi y juega con mi cabello.

Luego de unos segundos su dulce voz indunda toda la habitación.

—¿Por qué te cubres la mitad del rostro?— Dice y me interrumpe cuando iba a hablar— Porque no ocultas ninguna cicatriz, no sé cuál es esa inseguridad que hace que cubras así tu rostro tan perfecto.

La miro a los ojos.

Me ve con ternura pero también con confusión.

— Es difícil de explicar— digo apagada.

Pasa su mano por mi mejilla derecha, la que está cubierta por el flequillo.

— Te entenderé, estoy segura. Y de lo que también estoy segura es que no será nada malo.

— ¿Cómo lo aseguras?— Pregunto en un susurro.

— Porque lo siento— dice y me regala un beso en la frente.

Creo que ya llegó la hora de decirle.

Ella me ha contado algunas de sus cosas, y desde que me conoció a tenido la incógnita del porque me tapo la mitad del rostro.

Le digo para que se siente a mi lado y así hizo.

— No es muy fácil hablar de esto pero espero que comprendas el porque hago esto desde hace años y es porque... Nací... Diferente.

Tomo el flequillo y me lo quito dejando ver mi rostro el cual había cubierto por más de diez años.

Estilos Diferentes ©Where stories live. Discover now