CAPITULO VEINTISÉIS

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Lena se quitó su flequillo del rostro y lo situo detrás de su oreja pero tiene los ojos cerrados, y presiona sus labios con mucha fuerza.

Está nerviosa.

Es tan linda y hermosa es raro verla de rostro completo ya que desde que la conocí ella oculta la mitad de su rostro.

— Si no te sientes cómoda, no importa. No te quiero presionar— Digo y ella niega con la cabeza y abre sus ojos y me mira fijamente con miedo.

Quedé en chock ya que nunca había visto algo así.

— Tengo heterocromia completa— Dice y detallo su ojo.

Es de un color miel casi amarillo, es algo totalmente diferente a todo el mundo, es hermoso.

Tiene los ojos de dos colores.

Jamás me lo imaginé.

— Mi padre tenía los ojos miel y cómo sabes mi madre tiene los ojos verdes. Entonces nací con ambos colores.

La miro expectante mientras se desahoga.

— Cuando entre a las clases todos amaban mis ojos y me admiraban y todo, pero cuando llegue a tercero y me cambiaron de primaria aquellas personas no eran así.

Deduzco que porque se mudaron o algo.

— Y me decían que era un bicho raro y me discriminaban, hasta la maestra me discriminaba por esto. Y ahí fue cuando decidí cubrir mi ojo. No pensé en el lado en el que iba el cabello solo cubrí mi rostro, aquella niña súper feliz y alegre se volvió fría y solitaria.

Se le cristalizaron los ojos y yo sigue mi mano sobre la de ella en modo de apoyo emocional.

— Al llegar al instituto me cambiaron de nuevo ya que dónde estudie era pura primaria. Ahí nadie sabía nada, no me veían como un bicho raro solo en ocasiones cuando trataba a las personas con frialdad. Al pasar de los años conocí a mis amigos y a pesar de que en todo este tiempo les tome un cariño de hermanos no saben esto. Por eso la inseguridad, de niña me inculcaron que esto era algo único y bonito, pero en las clases me recordaban lo contrario. Con el tiempo me hice el flequillo, del lado derecho porque ese fue el lado que siempre me cubrí, no fue por un color en específico, solo con tal de cubrir un color... Al morir mi padre y mi madre tuvo que criarme sola y salir a trabajar, por lo que estuve la mayoría de mi adolescencia sola. Cuando tenía 16 años conocí a una chica en el centro comercial y me enamoré perdidamente de ella, y al parecer ella de mi. Llegué hasta el punto de contarle sobre mi heterocromia.

Soltó un suspiro y se limpio débilmente una lágrima que caía por su mejilla ahora descubierta.

— Grave error, hizo lo mismo que me hicieron en la primaria, me dejo y desapareció. Y ahí me volví más distante en ese sentido, por eso nunca  te conté, me daba miedo de que me hicieras lo mismo, ya que desde el primer momento es que nos abrazamos en tu casa sentí algo raro, solo que lo ignore hasta que...— Ríe ligeramente— Me gritaste lo que sentías.

Por eso Lena es así, tan fría con las personas, no es su culpa. Fue su pasado.

— Y porfavor, no me vallas a dejar por eso, si no te gusta me sigo cubriendo o...

— ¿Quien soy yo para dejarte por eso?— La interrumpo— Me encanta tus ojos, me encanta que tengas dos colores. Te hace ver única. Yo no tengo el derecho de hacer que cubras eso, eso tan particular que te hace ver hermosa.

Noto como Lena se pone del color se un tomate.

— Esa chica no sabía lo que decía, tenía los gustos horribles ya que para odiar esos ojos hay que estar demente— Digo y me acerco más a ella— Entiendo que no los muestres, ya que es lógico todo lo que has pasado. Pero si te pediría que se lo dijeras a tus amigos, no hoy, solo cuando te sientas preparada, ya que la heterocromia no tiene nada de malo. Más bien es una cualidad hermosa.

Ella niega con la cabeza con miedo.

— Ellos te aman y amaran a tu ojo miel y a tu ojo verde. Es que me encanta, nunca había visto a alguien con los ojos así. Y creeme que al ser tu la primera te hace ser más perfecta y diosa de lo que ya eres.

Ella me abraza muy fuerte y rompe a llorar.

Yo la consuelo dejando que se desahogue.

Es la primera vez que veo a Lena llorar. Es raro ya que la sentimental aquí soy yo.

Al rato cuando cesan las lágrimas se separa y permite que yo se las quite de su rostro.

Está roja y tiene los ojos y los labios hinchados.

— Nadie nunca me había dicho eso— Dice mirándome con ternura.

— Porque nadie sabe valorar la verdadera belleza.

— Te amo— Dice para después envolvernos en un tierno beso.

Ella a pesar de demostrar ser fuerte y que nada le duele, ella tiene corazón y uno que hirieron por ignorancias.

Y ahora me encargaré de demostrarle que sus ojos son hermosos y que las personas también piensan lo mismo.

Al separarnos del beso los volvemos a abrazar por un rato hasta que nos recostamos en la cama a hablar de experiencias chistosas hasta que mi azabache se quedó dormida profundamente en mi pecho.

Estilos Diferentes ©Where stories live. Discover now