¹| El famoso Win Metawin Opas-iamjakorn

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—¡Oh sí! Eso es. Ahí.... Sí...

—¿Es esto lo que querías?

—¡Mmmng sí!

Bright Vachirawit está follándose a nada menos que Win Metawin como si su vida dependiera de ello y honestamente era algo muy similar a la situación en la que se encontraba.

¿Cómo había llegado a eso?

La respuesta era sencilla, o no tanto.
Bright estaba metido hasta el cuello en deudas. Su madre enfermó de cáncer hace ya un año y medio, las cuentas del hospital se estaban acumulando demasiado rápido y su trabajo como asistente ejecutivo de un bufete de abogados no le valía de mucho, no se daba abasto.

El hospital se negó a seguir atendiendo a su madre si no cancelaba el adeudo en menos de treinta días. Y eso significaba que ella podía morir.

Bright necesitaba dinero y lo necesitaba pronto. Pero no tenía un buen récord crediticio, precisamente por la deuda con el hospital y los bancos se negaban a darle cualquier tipo de financiamiento. Estaba desesperado y se dijo a sí mismo que situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas. Su madre estaba a punto de superar el cáncer y si su tratamiento era suspendido, todos los avances se irían por la coladera. Sin embargo, cuando su amigo Gun le sugirió una manera de conseguir dinero rápido, no le pareció tan mala idea.

El pequeño Gun, su vecino de toda la vida, era cuatro años menor que él, pero se llevaban bien. En los buenos tiempos —cuando la madre de Bright no estaba enferma— salían juntos de fiesta, a conquistar chicas y a tomar un par de tragos. No siempre en ese orden.

«—Tú mismo lo dijiste Phi. Situaciones desesperadas, medidas desesperadas. Escuché a mi primo decir que él había conseguido dinero de ese modo para comprar su casa y aunque le llevó un tiempo, pudo pagar la deuda y todo salió bien. Tú deberías intentarlo

Y así fue como Bright terminó en el casino Souri, preguntando a un empleado por Metawin, el dueño del lugar.

La fachada del local se veía bastante común. Un centro de entretenimiento bastante normal y "legal", pero lo cierto es que todo el mundo sabía que era una cortina para tapar la verdadera naturaleza de los negocios sucios del tipo de apellido Metawin.

Bright escuchó muchas historias al respecto.
El hombre se dedicaba mayormente al tráfico ¿de qué?; armas, drogas, personas.
Eso es lo que decía la gente.

Debías estar demasiado desesperado para recurrir a una persona así por un favor, y Bright sí que lo estaba. La salud de su madre era el mayor motivo para hacer lo que fuera. Incluso venderle su alma al diablo, si así conseguía pagar la cuenta del hospital y ver saludable a su progenitora.

En menos tiempo de lo que pensaba, Bright se encontraba en una oficina bastante peculiar. Toda forrada en cuero. Asientos, muebles, adornos, pero con aire bastante hogareño. Quizás por los tres o cuatro floreros dispersos en el lugar, que con sus colores y aromas le daban una perspectiva diferente a la decoración un tanto oscura.

Un hombre vestido elegantemente entró en el campo de visión de Bright un par de minutos después. Un sujeto esbelto, no de su misma estatura, pero tampoco demasiado bajo, al que sólo pudo describir de una manera.

Hermoso.

Bajo toda la tela del fino traje se marcaban unas buenas curvas. Una pequeña cintura, piernas torneadas, caderas anchas, brazos fuertes y un trasero que a lo único que le recordaba era a los duraznos en temporada.

Si fuese una chica, sería la más bella que había visto nunca, porque también su rostro era precioso. Mejillas sobresalientes, piel blanca pero no pálido como él, ojos de avellana que brillaban bajo la luz incandescente de una lámpara sobre el gran escritorio, y unos labios...
¡Santo infierno!

Gruesos y rosados labios, definidos tan bien, al punto de parecer esculpidos por un artista.
Bright parpadeó dos veces para apartar el pensamiento. Era extraño ver a un hombre y solo poder definirlo como hermoso. A Bright le gustan las chicas y solo podía justificar sus pensamientos de esa manera. El hombre frente a él era tan bello como una chica.

No.

El hombre sí era hermoso, tanto como para dejar en vergüenza a muchas mujeres lindas, pero no para ser comparado con una.

Entremezclado con su belleza andrógina se encontraba su masculinidad. Su porte de autosuficiencia y un aire de superioridad y confianza en sí mismo que le dejaba en claro a Bright que este era el hombre al que buscaba.

El famoso Win Metawin en persona. Una de las personas más buscadas por las autoridades y otros tantos dentro del mundo de los negocios ilícitos. Y no es que se escondiera, sino que sabía cómo hacer sus cosas y la ley nunca tuvo prueba suficiente para inculparle de algo.

Bright se sintió desubicado por un momento. No sabía por qué. Sólo se le quedó viendo al hombre por un largo momento hasta que la voz resonante, pero extrañamente suave del hombre lo devolvió a la tierra.

—Bienvenido a mi humilde negocio. Soy Win Metawin ¿En qué puedo ayudarte? —dijo encantadoramente el hombre hermoso.

Otra cualidad que sumar al tipo.
Tenía voz de ángel. Nadie que lo viera o escuchara creería nunca que es una persona que se dedica a negocios turbios.

Bright debía recordar a qué había venido. No era momento de ponerse a repasar las cualidades u ocupaciones de Win Metawin.









 No era momento de ponerse a repasar las cualidades u ocupaciones de Win Metawin

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