³|Larga como sus dedos... gruesa como su voz

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—¿Quién dijo algo sobre yo follándote? —Win seguía con la misma sonrisa en su rostro.

—Acabas de decir que pagaría los intereses con mi cuerpo ¿Qué esperas que piense de eso?

Win hizo un gesto con el mentón, indicando a Bright que volvieras a su lugar en la silla, pero Bright siguió de pie, listo para irse de ahí en cualquier momento.

—Vamos. Siéntate, que no voy a hacerte nada que tú no quieras. Déjame explicarte mejor.

Bright volvió a su asiento desconfiadamente.

—¿Qué vas a explicarme?

—El trato, por supuesto que incluye sexo. Pero no de la manera que lo estás imaginando. Se me hace perfecto que te guste ser el de arriba porque honestamente yo prefiero estar abajo y recibir una buena y dura cogida.

La boca de Bright casi cayó al suelo, no sabía si había escuchado bien. El tipo le estaba pidiendo que lo follara. Definitivamente estaba loco.

Claro que le gustaba estar en el extremo emisor, pero porque es lo normal en el sexo heterosexual. El hombre le da a la mujer, pero la persona frente a él por muy hermoso que fuera, era eso, un hombre y en lugar de pechos grandes y firmes tenía unas tetillas planas y donde debería ir un coño húmedo y caliente estaba una polla igual a la de él. Bright no chupaba pollas ni cogía culos. Ni siquiera se imaginaba a sí mismo haciendo algo así.

Bright realmente necesitaba el dinero, pero no se creía capaz de hacer eso. Iba en contra de sus preferencias sexuales y estaba el pequeño gran detalle de que ni siquiera se le pondría dura por un hombre, ni aunque fuera este lindo sujeto mafioso frente a él.

—¿Lo estás considerando? —Win interrumpió el hilo de sus pensamientos.

—¿Qué? No. No puedo. No lo haré. Te dije que me van las mujeres, no los hombres.

—Entonces puedes ir a buscar el dinero a otra parte.

Dios de todo lo divino y lo que no.

¿Cómo demonios se supone que Bright haría eso?
Ya habían pasado quince días desde que el hospital le dio la advertencia sobre los pagos. Tenía quince días más y ninguna idea de cómo conseguir el dinero. Win Metawin se había convertido en su última opción, después de intentar conseguir un préstamo de manera legal o tratar de vender sus pertenencias más valiosas. Ni siquiera podía vender la casa porque ya se encontraba hipotecada desde hace unos años.

Una puta mierda
Esa era la situación de Bright.

Situaciones desesperadas... medidas desesperadas.
Bright recordó las palabras de su amigo Gun y que a la vez eran las propias.

Podría intentarlo. Imaginar que el hombre que ahora estaba semi sentado sobre el borde del escritorio frente a su silla, era una mujer hermosa y quizás con los ojos cerrados y mucha concentración su pene se pondría erecto el suficiente tiempo para cumplir con su parte. Sino, igual podría usar una pastilla azul. No solo los ancianos las usaban a veces.

—Hombre. Yo... no tengo otra opción. En serio que necesito con urgencia el dinero, pero lo que me pides es imposible.

—¿Por qué imposible? ¿Acaso no te parezco atractivo? He visto cómo te me quedabas viendo cuando entré al despacho y debo presumir de que he volteado a más hombres heterosexual de los que podrías contar con los dedos de tus manos y pies. Tengo muy buen físico y si lo que te preocupa es donde vas a meter tu polla, te digo que mi culo está más apretado que la vagina de cualquier niñita virgen. Va a gustarte.

INTERESES  ლ [Adap. BrightWin]Where stories live. Discover now