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Cuando Gun apareció el lunes en la puerta de Bright, gritando que ya estaban en línea los números ganadores de la lotería y que ellos habían ganado el premio mayor de los ciento cincuenta mil, todo dio un giro inesperado.

Bright nunca había tenido suerte en absolutamente nada. En primaria, cuando sorteaban el premio de la caja de colores que tanto quería, nunca salía su nombre. En la secundaria siempre que rifaban los equipos para los partidos de básquet en educación física, era el que tenía la mala suerte de quedarse en el banco como suplente y nunca necesitaron que supliera a nadie en los juegos. En la universidad, se hizo una tómbola para elegir a los estudiantes de intercambio para el programa japonés y Bright no fue seleccionado, a pesar de que llenó tres aplicaciones diferentes y eso era una ficha más que los demás estudiantes. Demonios, Bright incluso aplicó para formar parte del bufete de abogados en el que hizo su pasantía y se esforzó mucho más que cualquiera de los otros pasantes y aun así no fue elegido para trabajar como un miembro del bufete, incluso si fue el mejor de su clase y el pasante más atento. Terminó siendo solo el asistente ejecutivo de uno de los socios mayoritarios y eso no le valía de ninguna manera para escalar en el trabajo porque el tipo era un hijo de puta, malhumorado que se creía el rey del mundo y pisaba las caras de quien le diera la gana con tal de mantener su prestigio personal, más que el del bufete en general.

Entonces, Bright que seguía en pijama y con los ojos pesados de sueño, a las seis en punto, escuchaba como en un túnel la voz de Gun que le decía que habían ganado el premio mayor de la lotería y que ahora podía resolver todos sus problemas y dejar de ser el mandadero del mafioso ese.

El mafioso ese.

Sí, correcto, Bright no le dijo la verdad a Gun, le mintió diciendo que era solo un mensajero de Win y encima le inventó que era algo malo de lo que no tenía que tener detalles porque era mejor de esa manera.

Entonces, ahí estaba Bright, con sus supuestos problemas resueltos y él no sabía qué pensar o cómo sentirse al respecto. Por primera vez en su vida había tenido suerte, o quizás la había tenido al haber conseguido que Win le concediera un prestamos realmente necesario sin poner demasiadas trabas y luego, la suerte de elegir él, los números del billete del sorteo también tenía que ver con Win, porque Bright había elegido la misma combinación de números que en más de una ocasión había visto en el grabado de la culata del arma de Win. Esos seis números dorados que aparentemente significaban algo, que para Bright era desconocido y, aun así, fueron los únicos números que le vinieron a la mente el día que estaban en la tienda de conveniencia, tratando de comprar un boleto de lotería.

Bright ahora tenía dinero para poder pagar la deuda a Win, terminar el acuerdo de pago de los intereses más bizarro que habría podido imaginarse y continuar con su vida como lo hacía antes de que se le acumularan las cuentas y su madre necesitara un nuevo tratamiento para el cáncer, pero la cuestión era, si realmente Bright quería terminar el acuerdo. Había entrado en todo ese enredo por la necesidad inicial, pero honestamente, si lo pensaba, Bright no se vio obligado a nada, Win le había dado dos opciones para el trato por el dinero y aunque el mismo Win había terminado decidiendo por él, su cuerpo estaba de acuerdo, si la forma en que reaccionaba al otro hombre tenía algo que revelar. Desde el primer momento había existido el deseo entre ellos, aunque Bright no lo reconoció de inmediato y después de la primera vez que Win se tragó su polla como todo un campeón o cuando la polla de Bright sintió el calor y la estrechez del culo de Win, Bright ya no pudo pensar en nada más que no fuera follar con Win, que Win se follara en él y escucharlo gemir su placer por causa suya. Había descubierto también que tenía un gusto culposo oculto por hacer lo que Win le decía que hiciera. La inflexión en su voz cuando le ordenaba esto o aquello mientras estaban enredados en la cama, tirados en la alfombra y pegados como animales en la ducha, en la cocina, en el comedor o contra el vidrio del gran ventanal del departamento de Win. La firmeza en esa voz suave y sedosa excitaba a Bright como nunca lo había excitado la voz chillona de alguna mujer con la que haya estado antes y para ahora, Bright ya no recordaba lo qué se sentía follar con mujeres. Era esclavo solícito de Win Metawin, de su voz, de su cuerpo y su hermoso rostro.

INTERESES  ლ [Adap. BrightWin]Where stories live. Discover now