Capítulo 6. Las botellas

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Todos se reunieron al rededor de Megan, comenzaron a dialogar y debatir.

—Bien, la sala que pasamos era de lógica y estrategia... Así que puede que la otra sí sea con acertijos y eso.

—O tal vez sea de buscar cosas —subió sus lentes.

—Existen más de 5 posibilidades para la siguiente habitación, lo mejor sería planear una estrategia para cualquiera de los casos —dijo Christine, cepillando su cabello con un rostro de sufrimiento por haber perdido la mitad, el cual le tomó más de 2 años de cuidados para que estuviera largo y sano.

—Bueno, la primera regla es no tocar nada sin antes examinar con cuidado que es lo que contiene —miró a Devon con los ojos entrecerrados

—¡Ya, bien! No volveré a hacerlo, Megan —se cruzó de brazos—. Pero al menos ayudé en salir de la habitación.

—Eso no es excusa, ¿no puedes pensar en las consecuencias? Pudiste haber muerto.

—Pero no lo hice, sigo aquí, ¿no?

—Bien, pero no vuelvas a hacer una estupidez así... No quiero perderte.

Megan miró la hielera con las botellas de agua, se acercó y tomó una.

—Qué extraño, pareciera que tiene algo escrito —la colocó contra la luz del foco de arriba y apareció un texto: "quién tome está botella será proclamado líder de su equipo"—. Mierda ¿Ahora soy líder del equipo?

—¿Eh? —todos la miraron con confusión.

—Tomen una botella y póngala contra luz.

Todos hicieron caso y la primera en tomar una botella fue April, colocó la botella frente al foco:
"Aquel que tomó está botella será el segundo al mando."

—Yo no quiero ser la segunda al mano —le extendió la botella a Devon.

Christine tomó una botella y la colocó contra la luz, no salía nada, tomó las demás y no había nada.

—Sólo había dos botellas con texto.

—¿Sólo dos? —Megan se puso a pensar— ¿Qué trama ese sujeto?

—¿Yo por qué? —se quejó Devon con la voz más aguda que logró sacar de su garganta.

April le extendió la botella a Elaine, la cual suspiró y la tomó.

—No le veo nada de malo a ser la segunda al man... —no terminó su oración al sentir dos cortes en su mano, como si dos navajas atravesaran con gran fuerza un trozo de carne, soltó la botella y agarró su mano— ¿Qué carajo? —se expresó sin tener ninguna mueca de dolor o síntoma alguno de sufrimiento. Sólo veía como corría la sangre por su mano.

La mano de Elaine no dejaba de sangrar, habían sido dos cortes muy profundos que casi atravesaron su mano.
Aquella escena parecía un asesinato en la palma de la mano, ella sólo lo veía con una cara seria y sin dolor. April la miraba, con el rostro pálido y una expresión de horror tan marcada que los demás pensaban que se iba a desmayar o tal vez que sufriría un infarto.

—Yo... Yo no sabía —se justificó.

—No importa, nadie sabía nada —trató de detener el sangrado con su otra mano, apretando con demasiada fuerza que, si alguien lo hiciera igual, hubiera muerto de dolor.

Los 15 minutos terminaron, salgan ahora si no quieren morir calcinados —se escuchó una voz masculina, sin saber de dónde provenía, pero retumbó con gran fuerza por toda la habitación, vieron como se abrió la puerta, dando paso a la siguiente habitación.

Todos salieron, Christine iba atrás de Elaine por si ella llegaba a desmayarse por la perdida brutal de sangre, aunque se le hacía extraño que no mostrará ningún tipo de dolor. April recogió la botella y salió con los demás.

Entraron a la siguiente habitación, la puerta detrás de ellos se cerró con seguro.
Era un cuarto infantil, tenía juguetes regados, ropa pequeña, pañales, biberones y chupones.

Todos se miraron, Christine volteó hacia atrás, viendo la puerta que llevaba a la habitación de descanso pasada, estaba pintada con flores amarillas, un fondo blanco y tenía un texto escrito en letras rojas: «El que busca encuentra.»

—¿El que busca encuentra? —lo repitió en voz alta, todos voltearon a verla al momento que terminó aquella oración.

Megan estaba colocando un trozo de tela en la mano de Elaine, ajustando con fuerza pero sin llegar a lastimar más. Lo que trataba de hacer era detener aquella escena brutal de líquido viscoso y carmesí que recorría desde la palma hasta el brazo de Elaine.

—¿Es un juego de búsqueda? —replicó, sin quitar la vista del vendaje que estaba haciendo.

—Quiero suponer, pero no entiendo que tenemos que buscar.

—Sería algo que no tenga nada que ver con un cuarto infantil —sonrió Wendy.

—Debe de ser algo por el estilo...

Megan terminó de colocar los vendajes y se dirigió con Christine para ver más de cerca aquella frase pintarrajeada en la puerta floreada.

—Pero eso no explicaría porque hay cosas regadas por toda la habitación —Megan miró toda la habitación.

—Puede ser que tengamos que buscar entre las cosas que hay en el piso.

—Eso sería muy cliché, este sujeto es muy inteligente, no haría algo tan fácil.

—Wendy tiene razón —dijo la rubia— ¿Qué podría ser?

—Tal vez un acertijo —volvió a subir sus lentes cuatro veces, casi consecutivas.

—Oh, tal vez... —Megan miró las cosas del piso y ladeó la cabeza, tratando de que se le ocurriera algo. Regresó la mirada con Christine y vió sus zapatillas— Dame tu tacón.

—¿Disculpa? Estás preciosidades son muy caras —levantó su pie y Megan aprovechó para quitarle la zapatilla— ¡Devuélvemelo!

Megan rompió el tacón y le lanzó de vuelta el zapato.

—Les sugiero que, por si acaso, retrocedan unos pasos.

—Mi preciosa —lloriqueó Christine abrazando el zapato sin tacón—. Pero no importa, aún eres hermosa y no dejes que esa chica te haga sentir mal —le dio un pequeño beso y se volvió a colocar el zapato.

—¡Ja! Ahora estás dispareja —se mofó Devon.

—Cállate, eres un naco de cuarta, no sé cómo me fijé en ti.

—Es porque todas se fijan en mí —le guiñó el ojo—. Soy muy guapo.

—Pero muy egocéntrico y estúpido —se cruzó de brazos y le dio la espalda.

—No deberían de discutir, creo que lo mejor es que permanezcamos juntos ante cualquier adversidad.

—Eso podría crear una regla para ganar —Wendy golpeó con su puño la palma de su mano—. Cualquier conflicto interno tiene que solucionarse dialogando.

—Es una buena regla, será de mucha ayuda para que no nos separemos o se forme discordia entre nosotros —sonrió April.

Megan escuchó lo que decían y sonrió ligeramente; luego lanzó el pedazo de tacón hacia las cosas, cayó encima de un oso de peluche café.
Pasaron unos segundos y todo quedó en silencio, luego comenzó a escuchar un sonido similar al "Tic Tac" de los relojes que su mamá solía coleccionar por diversión.

—Mierda...

La mansión sin retornoWo Geschichten leben. Entdecke jetzt