Capítulo 36. La muerte de un científico

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Todo el equipo comenzó a lanzarle cosas, algunas lograban pegarle y otras cuantas lograba esquivarlas.

—Ya les dije, sean más listos.

Megan tomó un bate que encontró en el piso y le dio un fuerte golpe en el estómago, provocando que cayera de rodillas al piso.

—Algo así...

—Quiero hacerte una pregunta.

—Claro... Dime.

—¿Por qué mataste a Devon?

—Yo no lo maté.

—¡Tú lo mataste!

—Ya te dije, yo no lo maté, él se sacrificó por ustedes.

—¡Pero si no nos hubieras traído aquí en un principio, él estaría vivo!

—Igual hubiera muerto.

—Pero después, él todavía tenía mucho que vivir.

—No, en serio, sólo adelante las cosas —sonrió y le entregó un papel a Megan.

—¿Qué es esto?

—Algo que tendrías que leer.

—Pero no sin matarte primero.

—Como gustes, sólo les diré que no creo que puedan matarme —tomó el tobillo de Megan y lo jaló con fuerza, provocando que ella cayera hacia atrás.

El hombre se puso de pie y tomó el bate.

—No soy fan del béisbol, pero no me molesta batear.

—¡Megan! ¡Eres un hijo de puta!

—Que grosera, April —sonrió.

April corrió hacia él y logró conectarle un golpe en la cara.

—Auch, eres fuerte, pero no tan fuerte como el bate —tomó impulso y le dio un golpe en el abdomen con el bate.

April soltó una gran cantidad de aire, quedando con un dolor punzante en el abdomen, cayendo igual al piso.

—Después de todo, sólo son adolescentes.

Robin comenzó a examinar toda la habitación, mientras todos estaban peleando con el científico. Enfocó su vista en un mueble que se veía bastante pesado, volteó a ver a Elaine y le hizo señas, las cuales la pelirroja entendió a la perfección.

—Christine, necesitamos acercar al científico a ese mueble del fondo, Robin tiene un plan —le susurró a la rubia.

—Bien, hagámoslo.

Christine le susurró a Edward, quién le susurró a los dos chicos que se habían unido apenas, a Nancy y a Wendy.

—¿Es seguro? —preguntó Nancy.

—Es l-la única o-opción.

—Bien, hay que hacerlo Heinrey.

—Por supuesto, Carlos.

Ambos se acercaron corriendo al anfitrión, evadiendo los golpes y empujándolo hacia la pared.

—Son buenos esquivando golpes —sonrió la rubia.

—S-Sí.

Wendy también los siguió y comenzó a golpear al anfitrión con un trozo de madera, Christine y Edward comenzaron a lanzarle algunas piedras que había en el piso.

Megan se puso de pie y miró lo que hacían, entendiendo el plan que había creado su equipo.
Se quitó el cabestrillo y movió su brazo.

—¡Genial! Ya no me duele —sonrió y se dirigió hacia el hombre.

La mansión sin retornoWhere stories live. Discover now