Capítulo 15. Culpa y satisfacción

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Todos se quedaron en silencio y se vieron entre sí, parecían confundidos por la propuesta repentina de Megan. Aunque April y Devon sabían que Megan era una chica sumamente impulsiva, no pensaban que podía arriesgarse a tirarse de un tobogán en el que cabe sólo una persona.

—¿Qué? —Wendy ladeó la cabeza.

—Sí, de esa manera puedes enfocarte en otra cosa, tal vez así no te dé tanto miedo.

—No... No lo sé, Megan, está demasiado angosto.

—Sólo confía, ¿sí? Tenemos que salir de aquí.

Wendy miró el tobogán y volvió a mirar a Megan, ella asintió con timidez y tomó su mano, aunque estaba sumamente indecisa y no quería hacerlo.

30 segundos.

Todos se aventaron por ese tobogán, mientras que Wendy estaba tratando de respirar hondo y calmar aquella fobia que la carcomía por dentro, como un virus mortal que poco a poco la dejaba sin respiración.

—Vamos, se nos acaba el tiempo.

—¿Y si mejor me dejas aquí? —Wendy retrocedió—. No creo que pueda hacerlo.

—Ni loca, no pienso dejarte aquí y si tengo que arrastrarte por el tobogán, lo voy a hacer —Megan tomó el brazo de Wendy con fuerza—. Sé que te da miedo, pero en estos momentos, la verdad, me vale verga —jaló a Wendy y la puso frente al tobogán.

—¡No! ¡Si lo haces, te juro que te odiaré de por vida, Megan! —jalaba su brazo con fuerza, para lograr zafarse del fuerte agarre de Megan.

10 segundos.

—Prefiero que vivas y me odies, a qué mueras mientras yo me quedo sin hacer nada —empujó a Wendy por el tobogán y se tiró junto con ella.

Ambas cayeron en la siguiente habitación, Wendy salió con lágrimas en los ojos, se secó aquellos sollozos, simplemente se puso de pie y se alejó de Megan, no quería si quiera verla a los ojos.
Megan suspiró y se sentó en el piso, sintiendo una mezcla de culpa, satisfacción y un poco de tranquilidad, pero en su cara sólo se notaba la culpa.

—¿Qué sucedió? —April se sentó a lado de Megan, recargando su cabeza en el hombro de aquella.

—Nada —se arregló el cabello y le sonrió—. Todo está bien —recargó su cabeza en la cabeza de April.

—¿Segura? Wendy y tú salieron peleadas, además ella estaba llorando

—Estoy segura, Wendy... —volteó a verla y Wendy se giró—. Ella está bien.

—Bien, te creo —le sonrió, calmando y disipando ligeramente las preocupaciones de Megan.

Megan se puso de pie, Elaine se acercó a ella y April también se puso de pie.

—¿Sabes algo? —puso su mano en el hombro de Megan.

—Sé muchas cosas, pero dime qué quieres que sepa.

—Bueno, yo odio las mentiras y me doy cuenta cuando alguien miente —la miró— ¿Por qué mientes, Megan?

—Escucha —la miró a los ojos, levantando ligeramente su cabeza porque Elaine estaba un poco más alta que ella—, no quiero preocupar a nadie, así que, es mejor que dejemos todo así y esperar que Wendy se calme.

—Lo que sea que haya pasado... Sé que lo hiciste por su bien.

—Sí —volvió a ver a Wendy—, espero que ella también lo sepa.

—Tal vez no lo sepa, pero lo sabrá en su momento.

Elaine abrazó a Megan y ella se quedó petrificada, le había tomado por sorpresa, pero tampoco le desagradó aquel cálido abrazo. Megan recargó su rostro en el hombro de Elaine, aún sin abrazarla, simplemente fue un impulso.
Christine se acercó a ellas dos, con cautela, tratando de no interrumpir aquel momento.

—¿Qué sucede? ¿Pasó algo, Megan? —habló con cuidado, casi susurrando.

—No, todo está bien —le sonrió— ¿Y tú?

—Estoy bien, pero mi pelo me molesta un poco, me cuesta trabajo amarrarlo si es corto —cepilló su cabello con los dedos de sus manos.

—Puedo peinarte, si quieres.

—¡¿En serio?! —se inclinó hacia ella con emoción y le sonrió— ¡Me encantaría!

—Bien, date la vuelta —Megan sonrió, parecía una sonrisa cansada.

Christine se volteó, dándole la espalda a Megan con una sonrisa.
Megan sacó una liga de su bolsillo y comenzó a recoger su cabello. Wendy volteó a verla y se dio la vuelta, apartando su vista.

—¿Qué sucedió? —se acercó Robin a Wendy.

—Me tiró del estúpido tobogán, aunque sabía que me daba miedo, pude desmayarme ahí dentro.

—¿Y por qué lo hizo?

—Yo que sé, le dije que mejor me dejara ahí —se cruzó de brazos.

—Escucha...

—Wendy.

—Escucha Wendy, no conozco bien al grupo porque soy nueva, pero por lo que he visto de Megan —volteó a verla mientras Megan peinaba a Christine—, es una chica sumamente valiente y se preocupa por los demás, lo que sea que haya echo, lo hizo por ti.

Wendy la miró por unos segundos.

—Sólo piénsalo...

—Wendy —dijo con cierto grado de molestia.

—Exacto, Wendy.

Robin la miró y se encogió de hombros, se alejó de ella y se dirigió con Megan.
Wendy se quedó pensando, mientras veía a Robin alejarse.

—Hola —se sentó en el piso, a lado de el trío de chicas.

—¡Hola! —Christine le sonrió.

Robin le regresó la sonrisa.

—La verdad...

—Christine —sonrió.

—Yo, la primera vez que te ví, pensé que eras sumamente mamona.

—La verdad, yo también —replicó Megan.

—Todos piensan eso, aunque nunca nadie había soportado tanto tiempo estando conmigo —sonrió.

—Siendo sincera, eres sumamente tierna y linda, cuando te conocen verdaderamente.

Christine sonrió con ternura y encogió sus hombros.

—Nunca nadie me lo había dicho, aunque sé que sí llegó a ser algo clasista.

—Sólo un poco —dijo Megan, con un sarcasmo muy notable.

Christine volteó los ojos, ella era una chica que odiaba demasiado el sarcasmo, tal vez por el hecho de que su padre siempre fue sarcástico y llegaba a herir sus sentimientos.
Elaine le dió un ligero codazo a Megan y ella se quejó un poco.

—Sólo decía —apretó ligeramente la liga en el cabello de Christine—. Ya quedó.

—Gracias, Megan —le sonrió.

—Claro, no hay problema.

Devon se acercó a Wendy, al notarla cabizbaja, tomó su hombro y la miró a los ojos.

—¿Por qué le tienes tanto miedo a los lugares angostos?

—Es... Es una fobia, como Megan con las arañas.

—Megan tiene una razón para temerle a las rañas, porque gracias a que una araña picó a su hermano, él tuvo que estar internado por una semana en el hospital. Pero eso sólo aumentó su miedo, ¿y tú?

—Por... Por cosas de mi infancia —se cruzó de brazos y volteó a ver a otro lado.

—¿Qué cosas?

La mansión sin retornoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora