Capítulo 23. La última letra

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Todos comenzaron a buscar algo para destruir el candado, sin prestarle atención a Elaine y Christine.

—Chris.

—¿De dónde sacaste ese apodo?

—Pues sólo use una abreviación de tu nombre, ¿por?

—No, por nada, por alguna razón recordé que alguien me había llamado así, pero no debe ser importante.

—Sí, bueno, vamos a buscar algo para bajar a Megan.

—Bien.

La habitación era muy pequeña y no había demasiadas cosas, así que comenzaron a estresarse porque no encontraban nada.

—No hay nada en esta habitación.

—Encontré u-una letra —mostró el trozo de papel que formaba la letra "R".

—¿Otra "R"?

—Ajá —les entregó la letra—. P-Pero no había lla-llave.

—Debe de estar por algún lado.

—Oigan, ¿Megan no tendrá algo en su mochila que nos ayude?

—El explosivo —dijo April y sacó la sonaja de la mochila de Megan.

—Es muy peligroso.

—Es la única opción, Devon, ¿O tienes una mejor idea? —lo miró.

—No... Ninguna.

—Entonces así será.

—Bueno, es una explosión pequeña, entonces no hará mucho daño.

—Esperemos... —se puso sus lentes y se acercó a Megan.

Enredó la bomba en la cadena que quedaba a lado del candado. Todos se alejaron, al igual que April, quién tomó otro candado y lo lanzó en dirección a la sonaja, haciéndola explotar al instante.
El candado se partió en dos y salió volando, provocando que el cuerpo de Megan se aflojara de las cadenas.
El equipo se acercó rápidamente y cargaron a Megan, la cual aún estaba desmayada.

—¿Deberíamos despertarla? —subió sus lentes.

—Hay que dejarla así, podría tomar un descanso —asintió Wendy.

—Sí, es una buena idea, Megan siempre se esfuerza y tal vez así descanse un poco.

—Bien.

Los demás comenzaron a buscar más pistas. Algunos golpeaban la pared, pero Devon, quién tenía un gran oído, distinguía que en cada pared los sonidos de los golpes se escuchaban diferente.

—Chicos... ¿No distinguen la diferencia?

—¿Qué diferencia, Devon?

—La de los sonidos, cada pared suena diferente.

—Yo lo escucho igual —Wendy se cruzó de brazos.

—Elaine, golpea la pared.

La pelirroja hizo caso y golpeó la pared que tenía a su lado, la cual sonó con un ruido un poco agudo y sordo.

—Wendy, golpea la pared.

—No le veo sentido, va a sonar igual —golpeo la pared que tenía detrás.

La pared soltó un ruido, igual sordo pero ahora un poco más grave, ligeramente notorio.

—Ahí está, suena diferente... Edward golpea la pared.

El pelinegro golpeó la pared, con poca fuerza, pero igual sonó. Aunque el ruido que emitió ya no era sordo, parecía que había algo detrás.

—Esa no está vacía —se acercó a Edward y colocó su oído pegado al muro, para luego soltar pequeños golpes en él.

La mansión sin retornoTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang