Capítulo 32. La última habitación

4 2 0
                                    


Devon guardó el papel en el bolsillo de su sudadera, se puso de pie y entró a la siguiente habitación.

—¡Devon! ¿Qué te pasó? Tienes un raspón en la cara —Megan tomó con su mano la mejilla de Devon.

El castaño se sonrojó y se separó un poco.

—N-Nada, estoy bien —sonrió con nervios—, sólo me caí en la habitación pasada.

—Bien... Me alegra que estés bien —volvió a sacudir su cabello.

El chico sonrió tiernamente y cerró la puerta de la habitación pasada.

—Ésta habitación se parece un poco a la primera, ¿no lo creen? —añadió Christine.

—¿Cómo es que recuerdas la primera habitación?

—¿Cómo no recordarla, Elaine? Ahí perdí mi hermoso cabello —tocó un mechón de su cabello con tristeza y drama.

—Cierto.

—Pero tienes razón, Christine, se parece mucho.

—Tal vez tengamos que romper la manija con una palanca de hierro —le sonrió a Megan.

—Puede, pero siento que tu comentario fue más como una burla o sarcasmo.

—Claro que no, odio el sarcasmo.

—¡Es cierto! Había olvidado como me miras cada que hago un comentario sarcástico.

—¿C-Cómo te mira?

—Siempre entrecierra sus ojos y luego me mira con desprecio.

—Es porque odio el sarcasmo, no es porque te odie a ti.

—La primera vez que me hiciste eso, pensé que me odiabas o algo así.

—¿Tan mal se ve?

—Sólo un poco, pero ahora comprendo que es por tu odio hacia el sarcasmo —sonrió.

—Basta de charlas, hay que salir de esta mierda y conseguir algo para matar al anfitrión.

—Mucha razón, Robin, vamos a buscar.

Todos comenzaron a buscar, mientras Devon examinaba cada parte de las paredes.

—¿Qué se supone que haces, tarado? —Megan se acercó desde atrás de él.

—Nada, solamente veo si no hay ninguna trampa o algo —sonrió.

—Mmm... No te creo.

—¿Por qué no me crees? —volvió a hacer la misma voz aguda de siempre.

—Porque te ves preocupado y no muchas veces te ves así.

—En serio no es nada, Meg —su voz cambió a ser un poco más grave y le sonrió.

—Este... —Megan colocó su mano en su nuca— Aún no me acostumbro a escuchar tu voz común.

—Bueno, es que es demasiado atractiva para que la escuches todos los días —le guiñó el ojo.

—Sí, pero ya vuelve a hablar con la voz de siempre.

Devon se rio y Megan también lo hizo.

—Ya, está bien —le sonrió—. Gracias por tu preocupación, pero en serio estoy bien.

—¿Seguro?

—Sí, seguro.

—Bien, entonces te dejo para que sigas buscando tus... Trampas —sonrió y se fue a seguir buscando cosas para salir.

La mansión sin retornoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora