Capítulo 24. Los medallones

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—¿Qué mierda quiere decir la palabra "arriba"?

—No sé, ¿Dios?

Edward se cruzó de brazos e hizo oídos sordos ante la respuesta de Wendy, bajando la cabeza para ver las letras.

—No creo, es un científico, así que dudo mucho que crea en Dios, además de que está loco.

—Cierto —Wendy le respondió secamente a Megan, aún se encontraba molesta con ella.

Megan suspiró y recogió todas las letras, metiendo cada una en su mochila. Exceptuando por la llave que era de esa habitación, la cual le entregó a Robin.

—Ya deberíamos ir a la siguiente habitación —se puso de pie, tambaleando un poco. Se colgó la mochila en el hombro y caminó hacia la puerta.

Todos los demás la siguieron y Robin abrió la puerta, de pronto sintieron un aire fresco que les revolvió los cabellos.

—Está fresco, eh —se rio Devon.

Megan entró a la habitación y la observó.

—Es otra habitación de descanso.

—Que alegría —sonrió Christine.

—No pienso comer nada de aquí —Devon señaló a todos, con las cejas levantadas.

—Lo sabemos, no creo que quieras volver a chingarte el paladar.

—Exacto.

El equipo entró y se sentaron en el piso.

—Aunque el color de la habitación cambió, la pasada estaba completamente blanca, ésta está como gris.

—Debe significar algo —sonrió Christine.

Todos se rieron, tomaron su comentario como humor.

—Bueno, ahora que estamos aquí podemos descansar.

—Sí, me alegra mucho.

—Ya lo merecíamos —sonrió Devon—, y más yo que siempre ayudo.

Todos lo miraron y se rieron, Devon no pudo contener su sonrisa y terminó por reírse con ellos.

—¿Saben algo?

—¿Qué cosa? —todos voltearon a ver al pelinegro.

—M-Me alegra haberlos co-conocido —les sonrió y comenzó a jugar con sus dedos—. Nunca había te-tenido amigos y realmente los a-aprecio, sin importar que llevamos po-poco de conocernos.

Le sonrieron con cariño.

—Yo también estoy agradecida —prosiguió Elaine—. Tampoco había tenido amigos, así que el hecho de tenerlos es muy importante para mí.

—Igual —sonrió Christine.

—La verdad... Yo nunca pensé volver a tener amigos —suspiró la peliblanca y luego una sonrisa se dibujó en su rostro—. Y ustedes cambiaron mi idea, así que les agradezco.

Cada uno de los integrantes se acercaron y se dieron un abrazo grupal, del cual emanaban sonrisas y comentarios tontos y humorísticos de parte de Devon.

—Bueno, somos los galardonados, ¿no? —Devon dio una sonrisa de lado, para luego terminar riéndose— Lo siento, el nombre aún se me hace gracioso.

—A mí también, pero eso le da un poco de comedia a la puta mansión —sonrió la peliblanca.

—Exacto, así que me gusta ese nombre.

El equipo sonrió y decidieron tomar un descanso, así que se fueron a dormir.
Megan no podía dormir, así que se puso de pie y comenzó a buscar algún trozo de madera o algo que pudiera colocarse en el brazo.
Abrió los cajones y en el último del mueble encontró una nota, la desdobló y leyó su contenido.

La mansión sin retornoWhere stories live. Discover now