Capítulo 7. Cuarto infantil

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Aquel oso de peluche explotó y provocó la explosión del siguiente juguete que tenía a su lado. Pedazos de franela, algodón y plástico volaron por el cuarto, golpeando los cuerpos de aquel equipo, rasguñando sus brazos y piernas.
Al momento que se detuvo, los integrantes levantaron los rostros, examinando si ya había cesado.

—Creo que no tenemos que buscar entre las cosas —dijo Megan con sarcasmo.

Se encendió una bocina, de nuevo con la voz de aquel psicópata.

—¿Acaso han activado un explosivo? ¡Qué lastima! Su tiempo se acortó y ahora solo tienen veinte minutos para salir. ¡Suerte!

Todos miraron a Megan y ella sonrió con lástima, emanando culpa y preocupación al mismo tiempo.

—Lo siento... Pero al menos ahora sabemos que no tenemos que pisar las cosas.

—Bien, pero ahora tenemos poco tiempo —subió sus gafas.

Todos comenzaron a buscar pistas, tratando de no pisar los objetos regados, para no provocar una reacción más grande que acabara por matarlos.
Megan pisó mal y su pie se enredo en una alfombra, provocando que cayera hacia atrás.

—¡Mierda! —gritó Megan, viendo que abajo de ella había bastantes objetos que provocarían una explosión tan grande que terminaría por asesinarlos a todos en menos de 3 segundos.

Devon reaccionó rápido y, como actuó por impulso y bajó presión, sostuvo a Megan con la mano quemada, soltando un grito ahogado de dolor.

—Gracias... —lo miró a los ojos y se paró en ambos pies, dejando libre la mano de Devon— Y perdón por... Por tu mano.

—No importa —hizo una mueca, disimulada, de dolor—. Al menos no caíste en una muerte segura para todos.

Todos los miraron de reojo y siguieron buscando. Megan suspiró con alivió y siguió revisando los estantes. Movió unos libros y se percató de que había un papel pegado en la pared: «¿Quieres ser el cazador o el cazado?» Megan se mordió el labio inferior con confusión y guardó el papel en su bolsillo sin que los demás se fijaran de lo que llevaba en las bolsas de la ropa, buscando más pistas entre los libros y el polvo que sobresalían de aquellos estantes astillados de madera desgastada y húmeda.

El tiempo estipulado es de 10 minutos.

—Maldita sea, ¿Alguna pista?

—Yo encontré esta hoja de un libro.

—¿Una hoja de libro de que nos sirve Wendy? —buscó por la cuna que estaba a su lado.

—Tiene una letra en grande.

—¿Letra? —Megan volteó a verla, dejando de lado aquella cuna.

—Sí, parece ser una... —sostuvo la hoja y la miró— Es una "A".

—¡¿Una "A"?! Hay un chingo de palabras y nombres con la letra "A".

—Tal vez sólo hay que encontrar un objeto con forma de "A".

Christine reaccionó y caminó entre las cosas del piso, agachándose y tomando una figura de plástico que formaba la letra "A".

—No explotó, es buena señal —Christine sonrió—. La ví desde hace unos minutos pero supuse que era un explosivo más sin importancia.

Sólo 4 minutos más.

—Dámela —Megan estiró la mano y Christine le puso la figura en la palma. Examinó todo el lugar y se fijó en la puerta que daba a la siguiente habitación— ¿Será posible...? —colocó la letra en la puerta, sosteniéndola con la mano, y está arrojó un pedazo de pergamino enrollado y cerrado con un listón negro.

April tomó el pergamino, desató el listón, abrió el pergamino y lo leyó en voz alta.

“La primera letra fue encontrada, con las demás no tendrán la misma suerte, al final encontrarán más entre las maravillas extravagantes ya preparadas” —guardó el pergamino en su bolsillo— ¿Maravillas?

—¡¡No entiendo sus estúpidas adivinanzas!! —gritó Devon con fuerza, casi desgarrando sus cuerdas vocales.

—No hay que desesperarnos, ya tenemos una letra que nos servirá de algo —Megan guardó la letra en su bolsa, junto a aquel pedazo de papel de hace rato.

—¡Encontramos una llave! —gritó Elaine desde la otra esquina de la habitación— Bueno, la encontró él —señaló a Edward, quien agachó la cabeza.

—¿Qué forma tiene la llave?

—¡¿Que importa eso ahora, Megan?!

—¡¡Todo importa, este lunático mete acertijos en todo, Devon!!

—Tiene forma de el número 1.

—¿El número 1? ¿Qué significa? —Megan rascó su cabeza.

10 segundos...

—¡Se acaba el tiempo! ¡Lánzame la llave! —Megan estiró las manos para lograr alcanzar la llave y que no fuera a caer entre las cosas, provocando una cadena de destrucción.

9...

Elaine le lanzó la llave, la cual voló por toda la habitación y aterrizó en las manos de Megan. Corrió hacia la puerta y trató de colocar la llave en la chapa de la puerta, pero su mano temblaba mucho por el estrés y corría sudor por su frente.

8...

—¡Muévete, Megan! —presionó Devon a su lado.

7...

—¡Eso intento, mierda! —dijo intentando insertar la llave en el cerrojo, la llave chocaba por ambos lados, por arriba y por abajo, pero no lograba insertarla en la pequeña chapa dorada.

6...

Todos comenzaron a sudar y sus corazones comenzaron a acelerarse excesivamente, mientras veían como Megan no lograba insertar aquella llave.

5...

Megan logró insertar la llave y la giró hacia la izquierda, abriendo aquella puerta, dando paso a la siguiente sala.

4...

El primero en salir fue Devon, le siguieron Christine y April, corriendo y alejándose lo más posible de la puerta abierta por si llegaba a explotar.

3...

Elaine y Edward lograron entrar, saltando todos los objetos, tan ágiles como linces o venados huyendo de los sádicos y peligrosos depredadores.

2...

Megan se detuvo antes de salir, regresó la mirada a la habitación, buscando algo.

—¡¿Qué mierda, Megan?! ¡Vas a volar en pedazos! —lloró April con lágrimas de desesperación que corrían por sus mejillas.

1...

Megan tomó un objeto del piso con sumo cuidado, para no provocar la explosión que tenía dentro, y la llave de la puerta.

0...

La habitación explotó y Megan salió disparada hacia la pared final de la siguiente habitación de descanso.
Golpeó su espalda con el rígido cemento cubierto de tapiz rojizo y se quedó sin aire por el gran impacto, logrando salvar el objeto de que no chocará con nada.

—¡¡Megan!!

Los oídos de Megan se taparon y comenzó a escuchar sólo un pitido agudo, su vista se nubló y colocó su mano en el abdomen, rodeando un objeto sólido, sintió algo caliente a través de sus dedos, escurriéndose y cayendo como gotas suaves en la alfombra del piso.

—¡¡Megan!! ¡¡Reacciona!!

Todo se oscureció para Megan y sólo pudo ver el rostro preocupado de April gritando su nombre desde muy lejos, perdiendo poco a poco la percepción y conciencia que le quedaba; sus ojos se cerraron, dejando sólo un vacío oscuro y frío.

La mansión sin retornoWhere stories live. Discover now